24.7.08

Repaso neoyorquino (Primera parte)



Por motivos casi siempre laborales, hace quince años que viajo a Nueva York. En los '90, claro, con las facilidades del "uno a uno", viajaba más seguido, y todo me resultaba más accesible. El doble golpe de 2001 (el 11 de septiembre, allí; el corralito y la devaluación, aquí) convirtieron a la visita neoyorquina en un evento bastante más casual y espaciado. También se sumó, de mi parte, una preferencia por viajar a festivales de cine (generalmente en Europa) y no tanto a entrevistas en los Estados Unidos.

No tengo exacta memoria de los viajes, pero habré ido unas siete u ocho veces entre 1993 y 2000, y sólo dos desde entonces. La última, si la memoria no me falla, en 2003. Generalmente, además, parando en hoteles de cierto lujo, de esos a los que jamás iría con dinero de mi propio bolsillo y ubicados en zonas (el Upper East Side, por ejemplo) que no son las que, digamos, mejor me representan.

Esta vez me tocó volver, cinco años después, y alojarme en Brooklyn. Toda una experiencia. Mi única visita previa a Brooklyn había sido durante uno de mis primeros viajes cuando decidí tomarme el metro y bajarme, al azar, en una parada. Sólo al salir a la calle me sentí en medio de la película "The Warriors" y decidí, tras caminar unas pocas y sórdidas cuadras, volverme inmediatamente a mi cómodo refugio de algún hotel en Park Avenue.

Ahora fue distinto. No sólo porque Brooklyn ha cambiado mucho en una década (igualmente, un par de decisiones equivocadas sin mapa en mano te puede dejar en alguna zona densa), sino porque me alojé directamente allí, tomándolo como base de operaciones. Es cierto que el barrio donde paré (Brooklyn Heights) es el más rico de toda la zona y las casas, que están a pocas cuadras del río que da a Manhattan, del Brooklyn Promenade y del Brooklyn Bridge, se valúan por millones de dólares.



Esos barrios de Brooklyn (Cobble Hill, Boerum Hill, Park Slope, el citado Brooklyn Heights, Red Hook y, un poco más al norte, Williamsburg, entre otros) tienen un aire al Palermo porteño. Olvídense de las comparaciones con SoHo, Hollywood o taradeces similares: si nuestro Palermo tiene aire a algo es a las calles Dean, Smith, State, Clinton, Henry y algunas avenidas (Atlantic y las numeradas en la zona de Park Slope) de la zona, territorio que bien supo describir, aunque en otros tiempos, el escritor Jonathan Lethem en "Motherless Brooklyn" o "The Fortress of Solitude", la novela de la que surgió el título (y ese extraño texto que trata de explicarlo) de este blog.

Y si uno prefiere, en Manhattan, centrarse en el downtown (los distintos Village: West, Greenwich, East, o en SoHo, Tribeca y el ahora increíblemente renovado Lower East Side), un corto viaje en el metro (el 4, el 5, entre otros) lo acomoda allí más rápidamente y con menos stress que si uno baja desde la zona del Central Park.

Ahora bien, ¿a qué viene toda esta introducción? En realidad, a pensar porqué la ciudad --pese a todo lo que ha cambiado y pese a su densidad turística y peatonal que por momentos se vuelve insoportable-- me sigue resultando fascinante. Veamos:



Brooklyn: como ya lo dije, todo un descubrimiento. Uno puede pensar en ir a Nueva York y apenas moverse de ahí. Como me dijo el dueño de la casa en la que estaba parando, "los que no teníamos suficiente dinero para comprar una casa en Manhattan, nos trajimos lo que nos gustaba de allá para acá". Esto es: casi todo lo que está "across the river" también está de este lado, con la excepción de los museos y de ciertos íconos turísticos. Bares, restaurantes, disquerías, librerías, galerías, negocios de todo tipo y color. Todo está en Brooklyn.



Conciertos: fui a cuatro shows en seis noches en la ciudad, tres de ellos en Brooklyn. Como ya conté antes, vi a Jeremy Jay en Park Slope, a Brian Wilson (foto) en Brighton Beach (una zona de Brooklyn a la que no caracterizaría precisamente como cool, muy cercana a Coney Island) y a Deerhoof en Prospect Park. Decidí no ir al Siren Festival (pese a que la propuesta incluía cosas como Stephen Malkmus, Broken Social Scene, Times New Viking, Beach House, The Dodos, Annuals y una decena más de bandas indies) porque la idea de estrujarme con cien mil personas en un día de más de 30° de calor me resultaba intragable. Y el domingo sí fui al Central Park a ver a Santogold y Diplo, pero debí escuchar el show desde lejos porque estaba llena la zona cercana al escenario. Pero cada elección implicaba dejar varias cosas de lado y eso es algo único de Nueva York. Para sintetizar una larga lista, digamos que esas mismas seis noches podía haber optado por (y muchos de estos shows eran gratuitos) Dizzee Rascal, Matmos, George Michael, Yazoo, Brendan Canning, David Banner, DJ Shadow, DJ Spooky, Chirs Garneau & Olafur Arnalds, Love As Laughter, The Mae Shi, Mary Weiss, Miles Benjamin Anthony Robinson, Datarock, Ed Harcourt, Ron Sexsmith, Jarvis Cocker y podría agregar diez más, sin entrar siquiera en el terreno del jazz, la música clásica, latina o de otros lares.

Cine independiente: Es cierto que es un mercado que se ha reducido en todas partes y que me tocó estar el fin de semana en el que no se hablaba de otra cosa que de "Batman", pero la ciudad --sin llegar a ser París-- sigue ofreciendo una enorme cantidad de títulos que uno podría ver, si bien con una preferencia por el "indie" americano por sobre el cine internacional que ya se está tornando indigesta. Nueva York tiene entre diez y quince estrenos por semana (sin contar festivales, muestras, ciclos, retrospectivas, etc.) y sólo repasando la cartelera de salas tales como el Angelika, el Sunshine, el IFC Center, el Anthology Film Archive, los Lincoln Plaza Cinemas y otros así, te topás con "Before I Forget", de Jacques Nolot; "Lou Reed's Berlin", de Julian Schnabel; "Mad Detective", de Johnnie To; la tailandesa "Wonderful Town"; la increíble "The Exiles"; "The Last Mistress", de Catherine Breillat; el documental sobre Hunter S. Thompson, otro sobre Roman Polanski, el de Werner Herzog sobre la Antártida, una versión restaurada de "The Human Condition", de Kobayashi; My Winnipeg", de Guy Maddin; "Savage Grace", de Tom Kalin; "The Visitor", "Trumbo", "Tell No One", mi adorada "La France", y podría seguir. Y eso que se trata del "verano", supuestamente la época más floja para este tipo de cine. Agradezco al BAFICI --y a algunos otros festivales-- haberme hecho evitar la tentación de meterme en el cine.



Strand Bookstore: Lo se, cualquiera que haya ido a Nueva York conocía esta librería de nuevos y usados cercana a Union Square. Yo no. En años anteriores, pasaba gran parte de mi tiempo "de compras" en disquerías y videoclubes (ahora apenas compro discos y casi ningún DVD), por lo que no me quedaba tiempo de recorrer librerías y siempre compraba en tiendas grandes tipo Borders o Barnes & Noble. Ahora, buscar libros (y precios, claro) se ha vuelto a convertir en una simpática tarea, pero este lugar acabó con casi todas las búsquedas, las hizo innecesarias. Entre 3 y 15 dólares podés comprar casi todo lo que se te antoje. Nuevas novelas, viejas, clásicos, no tan clásicos, ficción, no ficción, textos de cine, de música, de lo que venga, siempre a precios ridículos. Me fui de allí con una bolsa llena de libros y gasté apenas 50 dólares. El descubrimiento de Strand --como de muchos de los restaurantes buenos y no zarpados con los precios-- se lo debo a Alex & Eric, una pareja que pasó buena parte de su vida en Nueva York y que hoy vive en Buenos Aires. Sí, también la FlipCam con la que grabé lo que ven abajo, es propiedad de Eric The Filmmaker.

(continuará...)



1 comentario:

Don Allum dijo...

Muy bueno el diario de viaje, quizá para aquellos que todavía no pudimos viajar pero tenemos la esperanza de hacerlo. La descripción de los barrios es pintoresca y los acontecimientos que hay allí es lo bastante gráfica como para imaginarla (a Brooklyn), más alla del imaginario que nos ofrecen las películas.

Saludos, y si tiene tiempo lo invito a que se pase por el blog www.fan-cinema.blogspot.com (que esta vinculada a otro sitio "Fancinema" donde escribimos, con reseñas, y con el blog quisimos descomprimir algunas cosas, charlar y poner otros contenidos...) . Me agradaría saber que le parece.

Desde ya, saludos! y espero la continuacion de su diario de viaje!