Vi "La león" hace mucho tiempo (un año y medio, casi) y a veces resulta un buen ejercicio escribir algo sobre un filme --no una crítica, no sería justo-- más en función de los recuerdos y las impresiones que va dejando con el correr del tiempo que a partir de la inmediatez y especificidad de un visionado reciente. El tiempo permite una especie de destilación, la película empieza a decantar hacia una zona donde sólo quedan las sensaciones más profundas, más específicas, las que más impacto causaron.
Puedo decir que no recuerdo todos los detalles argumentales de la trama, pero me quedaron algunas escenas, que tal vez ni siquera existieron tal como yo creo recordarlas: el viejito en la casa, la mirada de Román a la lancha que pasa, Valenzuela estacionando "La león", su mirada torva y caliente cada vez que lo ve a Jorge (uso los nombres de los actores, no me pidan que recuerde los de los personajes, sepan disculpar, mi memoria funciona así), el partido de fútbol (una escena que no me gusta mucho), cuando Román se queda sin poder tomar la lancha colectiva, una especie de canoa con un curioso grupo humano, y la sensación generalizada de ver una película bella, infrecuente, que ganaba puntos por su exploración sexual (aunque la escena de sexo entre ambos, se nota, no les salió muy bien) y por adentrarse en un universo poco usual, pero que por momentos tendía a regurgitar el lenguaje del cine argentino contemplativo.
Después de "La león" vinieron "La orilla que se abisma" y "El sueño del perro", dos películas que circulan por zonas similares, todas ellas parientes indirectas de "Los muertos". El filme de Otheguy se estrena, como otras películas, un poco fuera de tiempo, más de lo que ya casi estaba en su momento de gestación. Sigue siendo una película recomendable, puramente cinematográfica: si se deciden por ella, no opten por el DVD. Su lugar está en la pantalla grande.
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