5.6.08

Juan Moreira (1973)

"Moreira aparece como parte de mi necesidad por subsistir. Yo venía de Crónica... y de El romance..., dos fracasos comerciales, en el sentido de que no se perdía la plata porque la recuperaba con los premios del Instituto, pero tampoco ganaba. Hasta tuve que vender mi parte de el romance... porque no tenía un mango. Un día, caminando por Carlos Pellegrini, me encontré con Fernando Ayala y me invitó a tomar una cerveza. Inmediatamente pensé: éste es Aries Cinematográfica, aquí hay guita. Me preguntó en que andaba, y en el aire le inventé que estaba embalado con una historia que era para ganar mucha plata, le dije como haciéndome el distraído. A ver si picaba ¿no? Juan Moreira , le dije. Se me ocurrió eso porque había estado en Mendoza pocos días antes y había visto al héroe del radioteatro cuyano, Ubriaco Falcón, en una función de Juan Moreira con los indios en technicolor . Lo anunciaba así porque como a veces hacía la función el galpones de viñedos donde no había electricidad, la iluminación era con faroles sol de noche, a los que él les ponía gelatinas transparentes de colores. Eso había quedado en mi retina y en mi archivo. Cuando me lo crucé a Ayala, saqué eso del archivo y se la entré a contar. Lo empaqueté. Me preguntó quién iba a ser el actor, y le dije que pensaba en Toshiro Mifune. Se entró a cagar de risa. “Eso es imposible, Leonardo”, me dijo. “Soñar no cuesta nada”, le contesté. Al día siguiente me llamó diciendo que Héctor Olivera me quería ver. Se la seguí contando, cada vez con más detalles. Me pidió que le llevara el libro. No tenía escrita ni una puta línea, pero le dije que no lo quería mostrar hasta que, por lo menos, no tuviera terminada la mitad. Me propusieron que lo trabajara con Augusto Roa Bastos. Yo venía tan muerto de hambre que acepté. Se ve que se creyeron lo del libro porque firmamos contrato y empezaron a pagarme semanalmente. Pero eso duró poco tiempo. Lo que trajo Roa Bastos no me gustó. Será un buen escritor pero no me gustó como guionista. Les dije a Ayala y a Olivera que así no podía, que yo quería trabajar con mi hermano y que la primera versión que había hecho con él estaba muy avanzada. Lo hice venir al Negrito de Mendoza y nos pusimos a escribir como locos porque hasta ese momento jamás habíamos escrito una línea de Moreira . Terminamos el libro en un mes."

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