Nada. No les conmueve en absoluto. Alguien me dice que si Bardach sigue nadando así no van a convencer a nadie de la necesidad de apoyar a los deportistas amateurs. Surgen las explicaciones, confusas (Bonadeo dice que “algo le pasa” pero agrega que no va a hablar del tema), pero se convierte en motivo de burla. Me dicen que las carreras les aburren, que no distinguen quién es quién, y yo me siento igual a cuando me explican porqué no les gustan las películas asiáticas. “Son todos iguales...”
A la vez, y tras haber visto el triunfo de la dupla argentina de Beach Volley, me pregunto qué cuernos hace ese deporte en los Juegos Olímpicos. Digo, bajo el mismo concepto podemos poner un “21” de básquet (el famoso “one-on-one”) o un partido de tute cabrero. No me malentiendan, disfruto un rato ver Beach Volley, pero tiene menos variantes en su juego que Guillermo Cañas. ¿Por qué no poner un partido de pelota vasca o algo así, que es hasta más divertido? ¿O volver al badminton o al squash?
Lo cierto es que, al menos para mí, nada es tan esencialmente olímpico como la natación o el atletismo. Son unos segundos, unos minutos. “Te corro una carrera”, como cuando éramos chicos, con la satisfacción de llegar primero al árbol, a la esquina o adónde está sentada mamá. Ese pequeño y breve momento de inmensa felicidad.
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