18.8.08

Impresiones sobre los Juegos Olímpicos (Día 10)


Yo pensaba que eso pasaba sólo en los clubes de barrio. Que te afanen la pelota, que alguno se quede con tus pelotitas de tenis, que te desaparezca algún buzo o la campera. Pero que en Estadio de los Juegos Olímpicos de Beijing a una garrochista le roben (o le desaparezca) la garrocha es algo que todavía no logro entender.

Lo que pasó, por lo que pude descifrar, fue así: Fabiana Murer, brasileña candidata al podio de salto con garrocha, empezó a hacer un escándalo en plena competencia. Llegó hasta pararse adelante de una competidora china a la que le tocaba saltar al mejor estilo "hasta que no aparezca mi garrocha de acá nadie se mueve". La competencia se paró mientras Fabiana, desesperada, buscaba por todos los tubos y por el piso donde estaba la garrocha con la que tenía que saltar 4.55. Y no aparecía por ningún lado.

Su técnico sudaba desesperado, los arbitros apenas podían cruzar palabra con ella --nervios y mal inglés, una pésima combinación para todos-- y nada se arreglaba. Como la altura que precisaba para llegar a la medalla era de, por lo menos, 4.80, y antes de seguir complicando las cosas, la convencieron a Murer de no saltar los 4.55, tranquilizarse, y saltar directamente los 4.65. Finalmente no supe si encontraron la garrocha o si tiene una garrocha distinta para cada medida.

Lo cierto es que la chica, que venía con antecedentes de más de 4,80, no pudo superar los 4.65 en sus tres intentos, con los nervios que venía acumulando. Me puedo imaginar que, salvo que ella haya cometido algún error (¿se la olvidó en la Villa Olímpica?), los brasileños elevarán algún tipo de protesta oficial.

Ahora bien, ¿qué pudo haber pasado? ¿Cómo alguien se roba --o bien, como desaparece-- un enorme elemento como es una garrocha en la competencia más importante del mundo? No me lo explico. Por las dudas, les recomendaría a Las Leonas que lleven material de sobra, no sea cosa que se queden sin palos o sin bochas...

Como les pasó a los de Boca --tipos que entrenan en Casa Amarilla, en uno de los barrios más complicados de esta ciudad y a quiénes les afanaron de todo en un carísimo hotel de Barcelona-- ya no se sabe donde te pueden sorprender. Ya no se puede andar tranquilo por la calle ni con una garrocha, vea...

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