15.8.08

El problema del lenguaje en el cine (o cómo decir bien "niñata de mierda")


Hace años que insisto que uno de los temas menos analizados a la hora de hablar de cine es el de la credibilidad de los diálogos y de los actores, y de un término que me gusta llamar "doble chequeo" respecto a ese tema.

Veamos. Hay una esencial diferencia entre un espectador que es del mismo país de la película que ve, y uno que no lo es. Y eso es lo que yo llamo "el doble chequeo". Cuando uno escucha un texto dicho por un actor --en mi caso, argentino-- no sólo uno analiza lo que habitualmente se analiza sino que, además, realiza un casi inconsciente chequeo de "plausibilidad". No digo, necesariamente, de realismo, porque hay muchas películas que no apuestan por ese registro, pero sí al menos que los textos funcionen dentro de un cierto sistema, que lo que se diga sea algo "decible".

Es por eso que, si uno ve por ejemplo una telenovela con actores argentinos en la que todos hablan de "tú", hay una incomodidad natural, un cierto fastidio, una sensación de engaño, de falsedad. Yendo a cosas más específicas --y salvo que se trate de una propuesta muy particular en el término del manejo del lenguaje, como pueden ser las películas de Martín Rejtman en las que los diálogos apuestan por la musicalidad más que por la plausibilidad--, cuando uno escucha a un actor argentino hablando de determinadas maneras o usando ciertos textos que, para uno al menos, son "indecibles", hay una suerte de fricción, de molestia.

Eso, claro, no le sucede a alguien que no es argentino. Puede escuchar a un actor nuestro diciendo un texto y leerá los subtítulos y jamás sabrá si ese tipo de persona en esa determinada situación podría o no usar esos términos. Eso ha generado muchas veces que películas que son para nosotos imposiblemente falsas o mal actuadas sean valoradas mucho más afuera del país. Eso hace también --al menos para mí-- que, por ejemplo, los españoles crean que los actores argentinos son buenísimos y que muchos argentinos no entiendan esta valoración y crean que, de hecho, es exactamente al revés.

Eso hace que los norteamericanos se asombren cuando una película de Wong Kar-wai está hablada en inglés y noten que sus diálogos son imposibles de decir cuando, probablemente, eso mismo pensaba una persona de Hong Kong de sus películas previas. Y así podríamos seguir indefinidamente, aunque un caso que siempre me viene a la mente es el de un colega francés que me hablaba de su dificultad con las películas de Eric Rohmer porque, me decía, "nadie habla así en Francia".

Todo esto viene a cuento de las muy buenas críticas que está teniendo "Vicky Cristina Barcelona", de Woody Allen, en su estreno en los Estados Unidos. Recordemos: los norteamericanos venían odiándolo cuando filmaba en Nueva York, especialmente en ese "doble chequeo", considerando que los personajes, los diálogos y las situaciones de sus películas eran imposibles desde una óptica realista. "Nadie habla así en Nueva York", "nadie con ese trabajo vive en ese lugar en Manhattan", y así.

Cuando se fue a Gran Bretaña, los norteamericanos empezaron a decir que Allen había mejorado. Los ingleses, en cambio, se espantaron, exactamente con los mismos argumentos que los norteamericanos usaban antes, en especial ante los aplausos que recibió "Match Point", película que fastidió a los británicos por este mismo motivo.

Ahora llega "Vicky Cristina Barcelona" y tanto ingleses como norteamericanos dicen que es lo mejor que Allen ha hecho en mucho tiempo. Los españoles, en cambio, al menos con los que yo hablé, están espantados. ¿Qué es esa Barcelona de postal turística? ¿Qué son esos personajes? ¿Qué son esos diálogos, esos errores geográficos, esas situaciones?

Todo esto no hace más que comprobar mi pequeña teoría. Un caso opuesto, por ejemplo, es el de "La mujer sin cabeza", que a todo argentino impresionará por la justeza casi antropológica de cada línea de diálogo superpuesta, mientras que un público extranjero pasará casi por alto ese aspecto de la película, ya que los subtítulos no le hacen ninguna justicia a "el decir" de cada personaje y lo apropiado que resulta en cada circunstancia.

Me intriga cómo verán la película de Woody Allen aquí. Estoy seguro que será un éxito sólo por el hecho de contar con Scarlett y Penélope y por mostrar postalitas catalanas. ¿Pero alguien se tragará el personaje de latin lover de Bardem sin sentir cierta vergüenza ajena? Por lo pronto, los franceses los siguen aplaudiendo en todo lo que hace. Esperen a que filme una película en París, y en francés, y después les cuento...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo interesante sería ver a Woody filmando en nuestro país, solo hace falta un productor con dinero como el mismo lo ha manifestado. Me imagino a Colin Farrell con flequillo rollinga en una esquina...¨Un pesito pa´la birra, viejita

perez dijo...

interesante. viendo películas orientales me pregunté más de una vez cómo influye esa ignorancia en la apreciación del publico que no sabe cantonés o mandarín o filipino, ni visitó nunca esos países (y entre el público incluyo a jurados de festivales, jefes de adquisición de compañias de todo el mundo, a los responsables de asignar fondos para producción, etc...).

MG