19.12.09

Algunas ideas sueltas sobre el uso de la tecnología en "Avatar" y "Where the Wild Things Are"


Como muchos lectores ya saben, no suelo hacer críticas de las películas que van a estrenarse previo a su publicación en el diario en el que trabajo por motivos que, bueno, son más que obvios. Pero también es obvio que "Avatar" es una película que ha despertado la curiosidad de muchísima gente y que se ha estrenado en casi todo el mundo este fin de semana, salvo en la Argentina en donde recién se estrenará el 1° de enero. Y que también muchos colegas han escrito sobre ella aún antes de su día de estreno.

Yo lidiaba con la idea de escribir algo acá sobre la película de James Cameron, pero no quería repetir lo que tal vez escriba en el diario (si es que escribo yo sobre la película). Y tampoco tenía mucho sentido lanzar un par de frases sueltas, como una especie de adelanto de lo que escribiré después. Hasta que ví, dos días después, "Where the Wild Things Are", de Spike Jonze, y me pareció que se podía armar un contrapunto entre ambas películas, que tienen mucho más que ver de lo que parece a primera vista.

En especial, lo que me interesaba analizar era la relación de ambas películas con la tecnología digital. Se puede decir, a simple vista, que "Avatar" es lo más sofisticado (hi-fi) que se puede hacer tecnológicamente hoy en cine, mientras que el filme de Jonze opta por una estética "lo-fi". No sólo en las criaturas (los Na'vi frente a los "Wild Things", que también son en parte CGI pero Jonze hace todo lo posible por que no se note) sino en la dirección de arte (maximalista, sobrecargada de objetos, cosas, animales, plantas, etc, por parte de Cameron; despojadísima en la de Jonze: arena, sol, mar, tierra y maderas, poco más). Y hasta la música: los bombazos de James Horner frente a Karen O y su coro de niños...

Se puede decir, a la vez, que son dos películas que en cierta manera contradicen esas visiones en sus formatos narrativos. Más allá de sus desafíos digitales, "Avatar" es una narración clásica, tradicional, que funcionaría de la misma manera con o sin efectos. El drama y la acción están organizadas de una manera clásica, casi podríamos decir retro comparada con los Michael Bays de hoy. Jonze, en cambio, tras los primeros 20 minutos, llega a una especie de quietud narrativa que poco tiene que ver con esa tradición y más con el cine europeo de los '60 y el norteamericano de los '70. De cualquier manera, "el viaje del héroe" en "Where the Wild Things Are", indirectamente, se mantiene dentro de los lineamientos tradicionales de la estructura narrativa clásica.

Las experiencias son casi opuestas. Cameron, en 3D, te absorbe desde los sentidos, te atrapa desde la observación de objetos, de criaturas fantásticas, desde el montaje, la creatividad puesta en cada detalle del plano y de los personajes: sus rostros y expresiones, el nivel de complejidad de cada segundo en pantalla. Nada de eso hay en WTWTA: de hecho, a la tercera o cuarta vez que Max y algunas de las criaturas caminan por las dunas, o ven el amanecer frente al mar, uno tiene la sensación de ya haber pasado por ahí antes. La primera es una película multicolor, la segunda es amarronada, gris, y los saltos de las criaturas son lo más parecido a un "efecto especial" que tiene. La primera quiere ser táctil y, tal vez por el mundo que describe no lo sea del todo. La segunda lo es, casi sin esfuerzo, ya que todos reconocemos el mundo que habita Max más allá de las "criaturas salvajes".


Sin embargo, el filme de Jonze --al menos a mí-- me provocó un grado de emoción al que jamás se acerca, ni por un segundo, la película de Cameron. Más allá del asombro que producen sus maravillas técnicas y su inmersivo 3D, resulta difícil meterse emocionalmente en la película. La sensación es la de estar viendo una muy atractiva feria de vanidades, un despliegue que provoca el aplauso y el shock, pero que a la vez ese shock te mantiene a distancia. Raro, después de todo, viniendo de una película cuyo 3D está armado para acercarte a ese mismo mundo.

El filme de Jonze te arranca lágrimas porque te invita a encontrarlas de a poco, a descubrirlas. No hay romances evidentes, enfrentamientos claros, choques culturales delineados. Todo funciona en una confusa zona gris que es la infancia, una infancia en la que la mayor diversión es lanzarse rodando por una duna, tirarse arriba de una choza y romperla, o lanzar bolas de tierra a la cara de un amigo... Pero esas pequeñas amistades, esas emociones que surjen de esas conexiones son las que te dejan pensando en la película mucho tiempo después que termina. "Avatar", en cambio, te empapa, te noquea y se esfuma con mayor facilidad.

Son dos acercamientos distintos al cine y al manejo de la tecnología en relación a la narración. No quiero con esto ir en contra del CGI porque no es lo que pienso --muchas de las películas más emotivas que vi en estos años fueron las de Pixar--, pero sí de la forma en la que una cosa debería relacionarse con la otra. Tal vez, en un futuro no tan lejano, los increíbles avances formales de "Avatar" se topen con un director con mayor sutileza para el tratamiento de las emociones. No digo que Cameron no lo sea, recuerdo grandes momentos emotivos en casi todos sus filmes (sí, adoro el final de "Titanic"), pero tengo la sensación de que aquí priorizó la tecnología dejando lo demás en segundo plano. La mucho más difícil película de Jonze se jugó a que sean los momentos robados a la infancia --y no los efectos-- los que ganen la partida. Son sentimientos más difíciles de encontrar, pero cuando se toca esa fibra sensible, se gana cualquier partida.

Con sus diferentes modos, son las dos primeras grandes películas del 2010.

1 comentario:

Juan villegas dijo...

Diego,
creo que el tema del impacto de lo digital en el cine mainstream trasciende este tipo de películas, donde lo digital es obvio. Yo he empezado a sentir un grado de "desespiritualización", si se me permite la palabrota, en las imágenes de películas con actores de carne y hueso y en decorados, digamos, naturalistas. Y sospecho que se debe al paso obligado por el digital que es el neuvo standard de las producciones. Y yo estoy en contra de todo standard. Creo que hay películas que deberían seguir haciendose en 35mm y termninarse en 35mm