2.10.08
Festival de Zurich (Día 2)
La solución que da "Roman Polanski: Wanted and Desired" al conflicto legal que se suscitó cuando el director fue acusado de violar a una chica de 13 años y él terminó escapándose de los Estados Unidos --país al que todavía no puede volver por ser "fugitivo de la Ley"-- es que la culpa de todo la tuvo el juez y la prensa. Así de sencillo.
Lo que me pregunto tras ver la película es lo siguiente: si Polanski siempre quiso minimizar el tema y la chica también, si el filme intenta demostrar que no había un gran "caso" y que simplemente todo creció por culpa de la histeria por escándalos en Hollywood, ¿para qué volver a traer el tema de vuelta?
Pongámoslo de otro modo: ¿para qué cuernos hacer la película y revolver todo el asunto? ¿Para qué dedicarle años de trabajo al tema y no mejor hacer una película sobre la obra de Roman Polanski, que aquí sólo es mencionada en conexión con el caso policial?
Digo: la película se ve y se sigue con interés, las imágenes de archivo son interesantes, hay testimonios muy divertidos (de tremendos que son), pero el regodeo con los detalles de la causa policial terminan siendo excesivos para un tema que, tal es la hipótesis de la película de Marina Zenovich, no es demasiado importante. El filme sigue un poco la línea de los libros de Peter Biskind ("Easy Riders, Raging Bulls"), algo así como el Jorge Rial del cine arte/indie.
Si la idea era limpiar "de culpas" a ambos, olvidarse del tema era la mejor manera. Traerlo de una forma tan maniquea genera, lamentablemente, el efecto contrario. Parece una operación de prensa inversa.
El filme fue una pequeña decepción que venía tras la de "Shiva", de Ronit Elkabetz, que viene a ser como una versión dramática de "Muerte en un funeral": un drama familiar que transcurre alrededor de la muerte de un hombre en el que, obligados todos a pasar una semana juntos, salen a la luz una serie de conflictos familiares a la manera de una obra teatral de los '50.
Lo mejor del día --sin ser ninguna obra maestra-- fue "Flower Bridge", un documental rumano sobre un hombre que vive con sus tres hijos en el campo, bastante alejados del contacto con el resto del mundo, mientras su esposa está trabajando en Italia. La mezcla de tristeza/armonía, belleza/depresión de la situación de la familia y de su entorno está muy bien capturada. Se trata de una situación durísima, eso es claro, pero Thomas Ciulei se ocupa de encontrar una forma nada miserabilista para contarla. ¿Será que la Nueva Ola Rumana se extiende también al documental? Acá en Zurich también dan "Boogie", otro gran aporte al buen momento del cine de ese país.
No hubo tiempo para mucho más que para comer una fondue suiza carísima con Pablo Fendrik y para toparnos con un cineasta de una película noruega en competencia que dijo la frase del año. Cuando el hombre salió del cine --tras la sesión de preguntas y respuestas--, una de las chicas de producción del festival le preguntó si pensaba que a la gente le había gustado la película. "No puede no gustarles", dijo, sin ninguna ironía.
Yo, sin verla, ya arranco como parte de "la minoría". Y el tipo, según dijo, viene al BAFICI.
En Noruega es así...
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