20.10.08

Diario de Viena (Parte 3)




"When you're lost in the rain in Juarez and it's Eastertime too"


No sé cuantas de las personas que leen este blog conozcan a Vic Chesnutt, pero el hombre es uno de los mejores cantautores norteamericanos de las últimas décadas, con una obra poco difundida y con una particularidad que lo distingue aún más: Vic quedo paralizado a los 18 tras un accidente de auto por lo que se maneja en silla de ruedas y tiene bastantes dificultades físicas en sus manos. Aún así, compone, canta y toca la guitarra excelentemente bien (de hecho, si buscan unas entradas más atrás, tal vez todavía puedan bajar el último disco que hizo acompañado por Elf Power) y sus canciones pueden llegar a ser, simplemente, estremecedoras.


Vic está aquí en Viena, como parte del "combo" que acompañó la presentación de la película "Evening's Civil Twiligh in Empires of Tin", un proyecto dirigido y creado por Jem Cohen ("Chain") que fue comisionado por la propia Viennale. El filme en sí en tan complejo de explicar en su estructura como es describir su excelencia. Resumiendo, se trata de la filmación de un concierto que tuvo lugar aquí mismo el año pasado que fue armado por Cohen y en el que tocó una banda musical --que incluyó a Chesnutt, al guitarrista Guy Picciotto (Fugazi) y T. Griffin, entre otros-- mientras se proyectaban imágenes filmadas por el realizador (más algunas de archivo y fotografías) con su característico estilo: mayormente en blanco y negro, en Super 8 o en 16 mm., casi como si fueran fotografías en movimiento.


La idea del filme/concierto (y de la grabación del mismo, que fue lo que se vio este año y que la Viennale editó en DVD para la ocasión) es trabajar sobre el tema de "la caída de los imperios", combinando imágenes históricas (especialmente previas al comienzo de la Primera Guerra Mundial) y actuales de esta ciudad, con otras actuales filmadas en los Estados Unidos (Brooklyn y Manhattan, en su mayoría). La tesis de Cohen no es demasiado compleja: así como cayó el imperio astrohúngaro aparenta caer el norteamericano. Pero la puesta en escena de esas imágenes, combinadas con la música creada por Chesnutt, más varios "paisajes sonoros" y solos de guitarra varios (la banda la integraban también miembros de A Silver Mt. Zion, un grupo clave de la escena post-rock) no tiene nada de obvio ni de sencillo. Ah, a eso hay que sumarle otro "eje temático" del filme: dos libros de Joseph Roth --uno de ellos es "La marcha de Radetzky"-- del que se leen, en alemán, algunos párrafos durante el show filmado.


Tal vez sea la manera de filmar de Cohen --que encuentra poesía y (por momentos tétrica) belleza en imágenes cotidianas, tomadas en ángulos y a velocidades inusuales-- o la áspera belleza de la música creada por Chesnutt y el resto de los músicos, pero lo cierto es que la experiencia fue la más lograda hasta que viví hasta el momento en la Viennale. Son cien minutos de una alucinación histórico/musical que se ven y se escuchan casi en estado de trance. Cohen no manipula demasiado las imágenes --un poco la luz, pero no mucho más, o al menos eso parece--, pero lo que crea es una suerte de anti videoclip que genera nuevos sentidos al ser contrastados permanentemente con la música y la letra de las canciones de Chesnutt. Todo lo contrario, digamos, que las escenitas absurdas que filmó Julian Schnabel para "decorar" el concierto en vivo de "Berlin", de Lou Reed, con la que la película podría tener algunos puntos en común (la idea del concierto conceptual, la proyección de imágenes que por momentos desplazan a los músicos), pero por suerte no los tiene.


Una serie de escenas rodadas en Brooklyn, con Manhattan de fondo, en lo que parece ser el anochecer más amarillento de la historia, musicalizado por Griffin (a quien conocí hace poco en el SANFIC, donde estaba acompañando también musicalmente la proyección de los cortos de Danny Williams, quien trabajó durante años en la Factoría de Andy Warhol), son sencillamente sublimes, creando la sensación del ocaso de un imperio y transmitiendo la idea de una Nueva York que parece a punto de desvanecerse y desaparecer para siempre. Y ni hablar de las imágenes de Wall Street...


Ya la experiencia había sido suficientemente intensa como para casi hacerme olvidar las otras cuatro películas que había visto en el día ("Cockfighter", de Monte Hellman; el documental inglés "The Lie of the Land", de Molly Dineen; "Los herederos", del mexicano Eugenio Polgovsky, y "7915 km", del local Nikolaus Geyrhalter, sobre las que volveré en una próxima entrada), pero lo cierto es que el asunto no terminó allí. Luego de la proyección del filme, en el mismo cine Urania pero en el último piso (donde funciona una especie de bar/meeting point nocturno del festival) Chesnutt tocó en vivo junto a Picciotto y Griffin en un concierto que se extendió por más de una hora y de una intensidad emocional que pocas veces viví.


Tal vez sea por la cercanía al escenario o por la fragilidad física evidente de Chesnutt --que le da un significado extra muy especial a cada canción--, pero el show resultó tan o más estremecedor que la película. Vic tiene una voz mágica, que sabe usar con mucha habilidad, pasando del susurro al grito casi desgarrado, y la música corría en paralelo: a veces sólo lo acompañaba su guitarra y mínimos sonidos generados por Picciotto y Griffin, y en otros momentos el trío se convertía en un vendaval eléctrico que, literalmente, erizaba la piel.


Para terminar, un pequeño flashback de 24 horas. La noche anterior al show hubo una cena del festival en la que Vic estuvo sentado junto a --de pie, señores-- Garth Hudson, el mítico músico de The Band, quien está aquí para dar hoy una charla por la retrospectiva de Bob Dylan en el cine y en la que me comentaron que pidió un piano porque "prefiere tocar que hablar...". También en esa cena estaba Cohen y otros cineastas con películas aquí, de los que al menos pude reconocer a James Toback y Thom Andersen. El hecho es que Vic tiene tremenda admiración por Garth y, me contaban, que apenas podía hablarle de lo nervioso que estaba y que se la pasó conversando con la mujer de Hudson, que también está en silla de ruedas.


Y en el show decidió "homenajearlo" interpretando "Just Like Tom Thumbs Blues ", un clásico tema de Bob Dylan en la versión que pueden ver y escuchar acá arriba (se me acabó la memoria del celular, por eso no la pude grabar entera...), y cuya letra --que Vic modificó y alteró un poco-- cobra todo un nuevo significado al ser cantada por él, especialmente aquello de "Now if you see Saint Annie/Please tell her thanks a lot/I cannot move/My fingers are all in a knot/And I don't have the strength/To get up and take another shot/And my best friend my doctor/Won't even tell me what is it that I've got".


Demasiado para mí. Sólo espero que esta noche a Garth Hudson no se le dé por hacer "The Weight" o "I Shall Be Released" porque mi resistencia emocional tiene sus límites.





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