18.8.09

La “Escuela de Berlín” : el Joven Cine Alemán del nuevo siglo - Segunda parte


Jueves 27 de agosto al miércoles 2 de septiembre
Sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín (Av. Corrientes 1530)

Programación: http://www.goethe.de/mmo/pub/13547-STANDARD.gif http://www.goethe.de/mmo/priv/4921415-STANDARD.pdf

El Complejo Teatral de Buenos Aires, el Goethe-Institut y la Fundación Cinemateca Argentina organizan la segunda parte del ciclo denominado La “Escuela de Berlín”: el Joven Cine Alemán del nuevo siglo, que se llevará a cabo del jueves 27 de agosto al miércoles 2 de septiembre, en la Sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín (Avda.Corrientes 1530). El ciclo –que recupera aquellos films que no llegaron a exhibirse en julio pasado debido a la emergencia sanitaria-- está integrado por siete largometrajes de los principales realizadores alemanes surgidos en la última década.

En 1982, la muerte de Rainer Werner Fassbinder marcó el fin de aquello que hasta entonces se conocía como el “Nuevo Cine Alemán”. Después de Kluge, Wenders y Herzog se esperaba una generación de recambio, pero los ’80 y buena parte de los ’90 resultaron un páramo. Esa renovación tardó casi tres lustros. Llegó, por fin, con la llamada “Escuela de Berlín”, todo un abanico de nombres nuevos que comenzó a llamar la atención en el circuito de festivales internacionales (el Bafici no fue la excepción), muchas veces a partir de su lanzamiento en la Berlinale.

A diferencia de la generación de Oberhausen, la “Escuela de Berlín” -una denominación que sus mismos integrantes rechazan, en principio porque no todos provienen de la capital alemana ni de su escuela de cine, la Deutsche Film- und Fernsehakademie Berlin (dffb)- no tiene un manifiesto ni un programa en común. Un poco como sucedió con el Nuevo Cine Argentino, que es su contemporáneo, estos realizadores se reivindican en sus individualidades, lo cual no deja de ser un signo de los tiempos.

Hay diferencias muy evidentes entre el cine de Angela Schanelec, Christian Petzold o Thomas Arslan, por mencionar a los pioneros del grupo, pero los tres comparten la necesidad de trabajar sobre el mundo contemporáneo, sobre la realidad como materia viva y sobre personajes sin certezas, en situación de tránsito. Es un cine abierto, en el sentido más amplio de la palabra: un cine que no parte de ideas preconcebidas sino que va expresando sus dudas y eventualmente encontrando sus certezas al mismo tiempo que sus personajes. Por su parte, Christoph Hochhäusler, Henner Winkler, Ulrich Köhler, Valeska Grisebach, Benjamin Heisenberg, Matthias Luthardt y Maren Ade prefieren hacer films pequeños, callados, de bajo presupuesto, que no buscan imponerse al gran público -como la superproducción La caída, del productor Bernd Eichinger, la antítesis de este movimiento- sino comunicarse con sus espectadores de a uno, hablarles de igual a igual. Contra la escenificación de la gran Historia, eligen narrar pequeñas historias que hablen de lo que sucede hoy en Alemania, de su paisaje actual, de su profundo malestar existencial.

Este ciclo, que a través de quince títulos cubre lo esencial de la Berliner Schule en un momento en el que ya comienzan a escucharse voces críticas sobre su futuro, reúne por primera vez en Buenos Aires aquellos films que se vieron en forma dispersa para confirmar por qué, en su conjunto, el joven cine alemán es el más consistente, orgánico y moderno que haya dado Europa en el nuevo siglo. (Luciano Monteagudo)


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