14.8.09

Es el pasado que vuelve: el cine, la memoria y "El secreto de sus ojos"


Uno de los motivos por lo que inicié este blog tenía que ver con poder extenderme en ciertas cosas y comentar otras que por motivos de espacio o "división de tareas" no podía hacer en el diario en el que trabajo. He descubierto, con el correr del tiempo, que no me resulta tan fácil. Por un lado, no siempre tengo tiempo para hacerlo. Por otro, no siempre tengo ganas de hacerlo. Y, por último, no siempre tengo algo para decir sobre... todo.

Esto viene a cuento de que una de las cosas que me propuse era escribir comentarios sobre las películas que no escribía en el diario. Y, a fuerza de ser sinceros, mucho no lo estoy haciendo. Sí, claro, me es más fácil pegar aquí las versiones más largas de las notas que allá publico o comentar películas de un festival que allí no entran. Pero con las críticas se me hace más difícil. Vuelvo a los motivos: para escribir sobre algo hay que tener ganas de hacerlo y algo para decir, por un lado. Pero, fundamentalmente, tiempo para pensar sobre lo que voy a escribir. Y eso no siempre lo tengo.

Pensando qué iba a escribir respecto de "El secreto de sus ojos", de Juán José Campanella, fue apareciendo una idea en mi cabeza que todavía no logro desarrollar del todo pero que me sirve para, lateralmente, analizar la película. Digo, porque si tuviera que hablar directamente de ella, diría que hagan un combo entre la crítica de Horacio Bernades en "Página/12" (leer aquí) con algunos de los reparos expuestos por Diego Batlle en "Otroscines" (aquí) y más o menos es eso lo que pienso. O lo que creo que pienso...

De ahí el tema en cuestión. Una serie de eventos coincidentes --el de la película de Campanella es uno de ellos-- me dejó pensando hasta que punto analizamos las películas que vemos o lo que recordamos de ellas en el momento de escribir. No digo que las hayamos olvidado --a veces escribimos luego de verlas, otras veces días o semanas después--, sino que las películas se van transformando en "recuerdos de la película", se convierten de a poco en otra cosa.

Los "eventos coincidentes" fueron varios. Leer por ahí que alguien escribió que no le gustó mucho la película de Michael Mann pero que varias semanas después no puede dejar de pensar en ella. Alguien que vio "Castro", de Alejo Moguillansky, y no compartía mi entusiasmo por ella y que, al decirme ciertas sensaciones de irritación y fastidio que tuvo durante la proyección, me hizo recordar que, bueno, yo también las tuve mientras la veía. Y mi misma experiencia con la película de Sam Raimi: la disfruté mucho mientras la veía, pero a la hora de escribir sobre ella (menos de 72 horas después) apenas sí podía recordar algunas escenas.

Las películas cambian, mutan, se transforman en nuestra cabeza. Escenas desaparecen y otras vuelven. Algunas, acaso, las inventamos. Nos confundimos en lo que vimos (las discusiones sobre los tiempos en la película de Campanella son inacabables), desaparece cierta sensación física de la experiencia de haber visto la película y sobreviven una serie de pensamientos que pueden hasta contradecir esa sensación: la película crece, mejora, empeora, se esfuma, desaparece, se convierte... en otra cosa.

Si tuviera que escribir sobre "My Winnipeg", que vi hace un año y medio en México, recordaría sensaciones maravillosas que tuve al verla. Pero, probablemente, en mi cabeza entrarían imágenes de otras películas de Guy Maddin y se confundirían con las de ésta. Lo mismo con varias otras.

Esa mutabilidad de la crítica es lo que la hace interesante. No digo que valide o justifique cambiar de opinión ante cualquier película todo el tiempo, sólo que un filme es --en la memoria del espectador-- siempre un objeto vivo, mutante, que cambia con la experiencia, la subjetividad, el tiempo. Un eco de la película que vimos.

Eso me pasa con "El secreto de sus ojos". La experiencia directa fue, por decirlo de alguna manera, muy gratificante durante 90 minutos de película y un poco más tibia durante el resto del metraje. En el momento sentía que, tal vez por tratarse de un filme con una estructura de género, el final no llegaba en el momento adecuado, que el clímax narrativo se producía en un momento dado y que luego la película debía cerrar todas las puertas que había abierto y eso le tomaba excesivo tiempo. Y varios finales...

Pero pasados unos diez días de haberla visto esa experiencia física va desapareciendo y la película reaparece como un todo organizado. Me sigue pareciendo la mejor película de Juan desde "El mismo amor, la misma lluvia" (a mí "El hijo de la novia" me gustó bastante en su momento; "Luna de Avellaneda" no tanto) y sigo pensando que, como en aquel filme (como en todos sus filmes) le cuesta un poco contener ciertos excesos. Pero me parecen totalmente auténticos. Por lo poco que lo conozco a Campanella, me doy cuenta que él es así. Una charla de café con él es casi como una película suya: inteligente, graciosa, llena de referencias al cine norteamericano clásico. A la vez, Juan es un tipo más verborrágico y sentimental de lo que yo lo sería. Y eso, que se traslada a sus películas, hace que ciertas cosas que filma no me convenzan del todo. Diferentes sensibilidades en algunas cosas, no más que eso.

Es por eso que no podría expandirme más sobre la película sin volverla a ver. Cuando alguien me pregunta si me gustó les digo que sí, pero lo primero que hago es aclararle, un poco, acerca de su estructura para que no tengan la sensación hitchcockiana que tuve cuando sentí, después de la escena de la despedida en el tren, que empezaba otra película (Hitchcock, si mal no recuerdo, hablaba del tema con Truffaut cuando se refería a meter un juicio en una narración).

Hay escenas que me parecen excelentes, situaciones jugadas de manera brillante, Juan escribe diálogos de humor como pocos lo hacen aquí y me resulta más fácil identificarme con la oscuridad y negrura de esta película (la Argentina del pasado como un lugar tremendo y no tan "rosa" como parecía en sus dos últimos filmes). Pero, claro, por momentos siento --como diría el Diego-- "que se le escapa la tortuga". Pero, por suerte, aquí se le escapa menos que en "Luna de Avellaneda"...

Además, como hincha de Huracán, pese a que la película tiene un corazón racinguista --las actuaciones de todos son excelentes, pero lo de Guillermo Francella es, para mí, una verdadera revelación--, ese plano con el Tomás A. Ducó repleto en sus épocas de gloria (que por suerte parecen estar volviendo) me hizo emocionar. Y esa secuencia en la cancha de Huracán vale toda la película.

Ahora que escribo esto siento que "El secreto...", en un punto, habla de lo mismo: de la diferencia entre cómo las cosas fueron y cómo las recordamos, cómo el pasado se deforma con el tiempo y de lo que hacemos con eso. Por suerte, las películas las podemos volver a ver como para revivir la experiencia. En la vida, nos tenemos que arreglar de otras formas...

5 comentarios:

Nacho dijo...

Cappa y sus conceptos (ideas), por un lado, y sus acciones (el juego), por otro, hicieron renacer algo especial. Dudo en llamarlo romanticismo. Hizo ver cómo, en lo simple (que no por ello deja de ser profundo), muchos coincidimos y otro tantos empezaron a decir que sí, que ellos también piensan así.

A ver, clarito: el ejemplo de el pibe, cuando se le pregunta si quiere jugar como Pastore o como Bastía, no duda un segundo, contesta que quiere tirar caños, quiere hacer goles, quiere hacer a secas, no destruir, es elocuente. Grande Cappa.

El secreto de sus ojos tiene grandes momentos de cine, grande actuaciones. Gioia diciendo como al pasar "hablábamos de vos" dice mucho del humor. La actuación de Francella a mí no me sorprende.

Otro punto es el goce. Siempre pienso que el cine, como otras ramas del arte, es un todo, primero, pero luego es las partes que lo componen. Es decir, la película puede ser equilibrada o no, uno puede elogiar las actuaciones y criticar los tantos finales y así concluir en que tan buena a uno le parece la película. Pero a sus vez puede tomar partes y decir cosas como que los ojos de Villamil están perfectos. O como que el plano secuencia en la cancha de Huracán lo deja a uno fascinado. Y entonces, más allá de la valoración final de la película, nos queda todo eso. Y ahí el juego se empieza a abrir en otros juegos diferentes.

A veces una gran jugada en equipo queda más en la memoria que lo mediocre que fue el partido.

Gracias por escribir sobre El secreto de sus ojos.

Vendo mis libros dijo...

El film El secreto de sus ojos estreno en Argentina el 13 de Agosto.

Para mas informacion:

www.elsecretodesusojos.com

prensavaleriaherrera@gmail.com

Anónimo dijo...

Si ver esta película te llevó a pensar el cine -o eventualmente a otros objetos, como uno deduce si se continúa tu línea de pensamiento, llevándola un poco más allá del cine, aunque no lo especifiques- como algo móvil, en vínculo dinámico con quién interactúa con él, e inclusive pensar al cuerpo como elemento que entra en juego directo con lo que vivimos con -y recordarmos de- las cosas, pues qué bueno entonces que hayas visto la de Campanella (a la cual no ví, pero no dudaría que algo sustancioso tiene; mirá sino).
En el fondo esto mismo tal vez no sorprenda tanto, si se tiene en cuenta que en el epígrafe bloggero están el cuerpo y las sensaciones a la cabeza, más no sea sintiéndose del tamaño de una mota en un universo entero pareciera quedarles grande.
Muy linda nota.

ElChapa dijo...

Diego: Se hace dificil comentar en tu blog a veces porque, aunque no escribas tanto como decís, posteás cosas muy seguido y uno no llega a comentar donde quiere.

Ayer también vi la peli y me pareció muy buena...Las cosas que resalta Battle uno las piensa en seguida (el humor costumbrista Campanella lo maneja como pocos; el dominio del lenguaje en el lugar de estar de los protagonistas -acá el juzgado, allá una redacción periodística-, las actuaciones -Francella sí es una revelación- y un par de momentos mágicos como la secuencia de la cancha). Me parece importantísimo que escribas sobre esto en general y le da también importancia a "El secreto..." porque es un cine comercial y accesible que también retiene una calidad y un dominio del lenguaje cinematográfico que a veces uno no espera.

Pero a la vez sí, se complica...Y uno no sabe que escribir. Pero después de un tiempo algo sale ;)

Saludos Sospechosos

Peacock dijo...

La película de Campanella arrancó muy bien: me imagino que va a hacer más de 150 mil espectadores en el fin de semana largo. Buenísimo. Espero que el "boca a boca" sea positivo también. Mi temor, cuando la vi, era que se de el "efecto El Aura", una peli oscura que arrancó muy bien pero que después se cayó. Creo que no va a pasar con esta. O, si pasa, no va a ser tan fuerte. No es una película tan radical en su negrura.