2.3.09

La realidad de la India...


Llevo casi una semana, tras la maratón de los Oscars y los Spirit Awards, en la zona de Napa Valley, al norte de San Francisco, un área famosa por sus vinos y su belleza natural, que además es el lugar en el que vive parte de mi familia. Estar acá es, siempre que vengo (una vez cada dos años o un poco más), una forma de experimentar ciertos hábitos de la "cultura promedio" norteamericana que generalmente se nos escapa y la que, muchas veces, vivimos "traduciendo" a partir del cine o la televisión.

No puedo decir que estar acá sea estar junto al "average american". Digamos que esta es una zona particularmente liberal (demócrata, esto es), bastante moderna y progresista, probablemente muy distinta al Texas profundo. Pero también es diferente a lo que habitualmente uno conoce cuando viaja a este país: las grandes ciudades, los lugares icónicos, personas del mundo del cine o del periodismo. Estar en Napa --Vallejo, American Canyon, St. Helena, Petaluma, las ciudades cercanas--, en un suburbio de casas amplias y similares entre sí, donde no se puede ir a ningún lado sin un auto, un lugar con sus enormes malls y sus autos gigantes con GPS, es estar un poco más cerca de ese misterio llamado los Estados Unidos.

Esta larga introducción --que no viene a cuento de nada-- era para contar mis experiencias hablando de cine en dos cenas que tuvimos con amigos de mi familia. La primera, en la que se combinaban argentinos radicados aquí hace tiempo con norteamericanos y otros latinos, arrancó cuando una pareja llegó a cenar tras ver "Slumdog Millionaire". Llegaban, claro, excitadísimos, fascinados, felices. Habían visto "una gran película" y la habían "disfrutado" muchísimo.

Tal vez porque eran también latinoamericanos --o tal vez porque ya había tomado un par de vasos de vino cuando llegaron-- me lancé a algo que no suelo hacer en este tipo de eventos: a arruinarles la película y, con ello, la experiencia y la velada. Una de las partes que más me molesta e incomoda de la tarea de ser crítico de cine es convertirme en "arruinador" de experiencias, ese tipo ácido y duro que quiere convencerte de que eso que te gustó es una porquería y que si te gustó es porque sos un imbécil. Casi nunca lo hago socialmente --salvo entre colegas porque es distinto el marco-- y, cuando escribo, las críticas se publican (generalmente) antes de que la gente vea las películas, por lo que el orden de los factores es diferente. Además, uno escribe desde una distancia con el lector y mediado por las palabras, por el tiempo y por el hecho de que, finalmente, uno no sabe quién está leyendo.

Pero no tengo la necesidad de convencer a nadie de nada, especialmente si se trata de hablar mal de una película que al otro le gustó (me cuesta menos y me divierte más tratar de defender lo que todos atacan, desde Adam Sandler a Tom Cruise, pasando por TODO TODO TODO lo que haga Spielberg) y ganarme una antipatía inmediata de esa persona. Prefiero pasar como "un tarado" al que le gusta "No te metas con Zohan" que "un pedante" que dice que "The Reader" es lo peor que le ha pasado al cine en los últimos años y que se lanza con explicaciones "cahieristas" sobre el cine, la abyección, el Holocausto y todas esas cosas con las que los críticos nos entretenemos.

Sin embargo, con "Slumdog..." no pude evitarlo y escuchar hablar a una pareja de muy acomodados latinoamericanos radicados en Napa sobre la realidad de la pobreza en la India me sacó el ácido crítico de adentro y me lancé contra la película con todos los argumentos que encontré a mano y haciendo caer en la volteada a media docena de películas que se cuentan entre las favoritas de esta pareja (se pueden imaginar cuáles).

Claro que al final, al despedirme, terminé como disculpándome y diciéndoles que no había querido arruinarles el disfrute de la película y que entendía --dicho esto con disimulada condescencia-- los motivos por los que "Slumdog..." les pudo haber gustado. Y que se olviden de todo aquello que había dicho antes sobre cómo la película te lleva de las narices y no te permite reflexionar sobre lo que estás viendo (mi advertencia era: "cuando piensen un poco en lo que realmente vieron, van a entender lo nefasto que es todo") y que sean felices, como Latika, Jamal y todos esos chicos simpáticos de Mumbai que ahora tienen casas nuevas y que fueron a Disney y todo eso...

Mis familiares --que no vieron la película-- se divertían con la situación pero me recomendaron que no lo hiciera en la cena de la noche siguiente: era en la casa de una familia india.

Así que allí llegué con la misión de decir, si salía el tema, que no había visto la película. Pero fue imposible. En un momento, la dueña de casa --vestida a la usanza india, americanizada pero sin perder ni las costumbres ni el acento-- dijo que había visto la película y que le había encantado, que muestra la realidad de la India, lo que el gobierno no quiere que la gente vea, que es una película valiente y muy entretenida y que la hizo sentir bien porque a ella no le gusta ir al cine a deprimirse.

Yo, en absoluto silencio. La gente siguió hablando de cine y, no sé bien cómo, yo comenté algo de una película, no recuerdo cual. Algún otro intercambio sobre el tema, me preguntaron de qué trabajaba y allí no pude mentir: "crítico de cine", dije. Como sucede muchas veces, los ojos de varios se agrandaron y empezaron las preguntas de rigor. Una de ellas, claro, fue si había visto "Slumdog..." De vuelta, no pude mentir y dije que sí (había dicho ya que estaba en Estados Unidos cubriendo los Oscars, no hubiera quedado muy profesional decir que no la había visto).

¿Y qué te pareció?

Miré hacia un lado, miré hacia el otro. Los ojos de mis familiares se clavaron en mí. Respiré hondo y dije: "Funciona". Y seguí comiendo...

5 comentarios:

Ana dijo...

Muy bien!
Funciona!

Para toda la eternidad como chiste interno con tu familia.

y nada nada de Spielberg te gusta?

Anónimo dijo...

Es divertido leer tus crónicas. Hacés interesante hasta las cosas más intrascendentes. Desde un primer momento tuvimos opiniones totalmente diferentes sobre Slumdog, a mi me encantó está película y creo que tiene bien ganado todos los premios que se le otorgaron en todas las competencias en que partícipó. Entendí sin compartir tus (varias)reservas al film. No creo que el cine deba necesariamnete reflejar la realidad, me quedo con la *suspensión de la incredulidad* que alguien dijo ya hace mucho tiempo. ¿Es la visión de los países ricos sobre la pobreza del tercer mundo ?, no lo sé, no conozco la realidad de la India actual. Sólo se que la peli me entretuvo y divirtió mucho, y sabés que? Eso justamente es una de las cosas que busco en el cine... aunque no la única.

Ahora bien, una cosa de tu crónica me hizo ruido. La anfitriona india de tu segunda comida te dijo que sí refleja a la India actual y parece ser una palabra autorizada no?... Bueno, sólo es una película, no más que eso.

Me interesa más saber si seguís tomando vinos mendocinos en todas éstas comidas allí por el valley...

Un abrazo

Anónimo dijo...

Buenísimo Lerer!!!

Sí, está bien que hayas seguido comiendo, que después de todo una cosa es trata de preservar cierta dignidad (con uno mismo, claro, que es la que siempre en definitiva cuenta), que ser un cruzado (mirá quién te lo dice, jaja!).

Además, no está bien arruinarle la comida a nadia. Ahora hay que procurar que tampoco se la arruinen a uno. Así que aconsejaría decir que sí la viste, pero que tu religión no te permite hablar de ella si no es por tu trabajo.

abrazo y buen regreso

El Argentino Medio Pelo dijo...

Diego,
un buen capítulo de THE CRITIC podría basarse en esta nota.
sigo pensando que falta la película del crítico de cine y esta sería una escena maravillosa...
gracias por la crónica íntima de tu laburo.
santiago giralt

Anónimo dijo...

ah ahora sabemos qué quiere decir una crìtica que dice que una pelicula.. funciona.