19.3.09

Diario del Festival de Alba (Parte 1)


Al festival de Alba no parece conocerlo nadiePor Agustín Mango

Al festival de cine de Alba no lo conoce nadie. Y eso que anduve averiguando. Un mes antes de que empiece, en Rotterdam, le estuve preguntando a cuanto programador, crítico y director encontré (y había muchos) si había estado ahí alguna vez o si conocía a alguien que haya ido. Y nada. Salvo por el amigo Rafa Cortés, que no fue pero tuvo su peli Yo en competencia ahí el año pasado, nadie tenía idea. Las únicas referencias que más o menos pude sacar fueron que era un festival muy chico de primeras y segundas películas, y en un pueblo muy lindo del Piamonte italiano.

De Alba, el pueblo lindo del Piamonte, tampoco sabía niente. Googleando un poco apenas saqué un par de datos: que tiene las trufas más famosas del mundo, que es donde está la central de Ferrero (los que hacen el Ferrero Rocher y el Nutella), y que se come muy pero muy bien. Efectivamente, la comida está más que bien, aunque de las trufas todavía ni idea (las mejores pueden valer hasta 2000 dólares el kilo) y del Nutella, soy alérgico a las nueces, así que paso, gracias.

Pero que nadie conozca el festival es no es nada raro. No tiene muchos años de vida, es en una ciudad medio remota del interior, tiene apenas una competencia de 10 películas y un par de secciones sueltas. En total habrá unas 30 películas, de las cuales la mitad forman parte de alguna retrospectiva (no muy tentadoras, pero de repente están Sullivan’s Travels o The Curse of The Cat People en fílmico) Suelen tener una sección llamada Carte Blanche, en la que traen algún nombre un poco más vistoso para que seleccione películas y de una master class. El año pasado fue Paul Haggis, y antes estuvo Sydney Pollack. Esta vuelta iba a ser Wes Anderson, pero parece que canceló a último momento, o al menos eso me dicen.

Todo comenzó más como una iniciativa privada, pero la cosa está creciendo muy de a poco. Ahora se asoció con el Torino Film Lab para ser la sede del Script&Pitch Project y también es la sede de la asamblea general de Nisi Masa, una red de cine joven europeo que decidió juntarse acá (la pensaron bien: solcito primaveral, buena comida, buen vino), y que de hecho son los que me invitaron.

Pero una de las cosas que no me esperaba de este festival (que claramente está pensado para la gente de Alba, al punto de que no hay ni una oficina de prensa) es que las pelis de la competencia tengan un perfil bastante “independiente” y “festivalero” (en otras ediciones compitieron Rithy Pahn y Mercedes Alvarez, hubo una retrospectiva de Naomi Kawase, cosas así) Esta vuelta hay varios títulos que vienen directo de la sección Bright Future de Rotterdam (como la inglesa Better Things o la taiwanesa No puedo vivir sin ti, que se va a dar en el Bafici) Y que un festival programe este tipo de pelis en un pueblo compuesto de jubilados y familias con hijos chicos (los jóvenes se van corriendo a Turín o Milán apenas terminan el secundario) es, por lo menos, curioso. La selección la hace Mathieu Darras, un crítico de Positif que también es el presidente de Nisi Masa (y además programa la Semana de la Crítica en Cannes), lo cual explica un poco la cosa. Pero de todas formas la competencia es algo que no se condice mucho con el tono más bien testimonial del resto de las secciones.

La otra cosa cada vez más extraña es el origen, digamos, ideológico del festival. Como se puede ver en el banner de la foto, el lema es “film and spiritual research”, y la historia oficial reza que fue creado por una tal “Associazione del Cinema Spirituale”, con el nombre de “Infinity Festival”. Nada de todo esto es un dato que amerite ninguna conclusión, pero tanta referencia a lo trascendental despierta sospechas. Entre la pinta de los organizadores que hablaron en la inaugurazione, y el hecho de que la sala principal está literalmente debajo de una iglesia (y acá hay una cada dos cuadras), y que además los workshops del Script&Pitch se hacen en un edificio que forma parte de otra iglesia/convento…las dudas se van convirtiendo en paranoia anti-clerical onda Código Da Vinci (o sea, berreta). Así que si resulta que el festival está pergeñado por el Opus Dei o algo así, habrá de verse en estos días. Por ahora, acá el tiempo se pasa en películas más que decentes (nada para caerse, todavía), escribir notas para el daily, y toneladas de pastas, pizzas y biscottis. Como previa para el Bafici, nada mal…




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