15.11.08

Diario de Mar del Plata - Parte 3


El otro día leía en "La lectora provisoria", el blog de Quintín y Flavia, cómo recordaban con cierta nostalgia aquella primera edición de la nueva etapa del Festival de Mar del Plata, allá por 1996. Recordaban las largas conversaciones cinéfilas en el Hotel Flamingo hasta altas horas de la madrugada y cierta inocencia del "mundo festivalero" que todos teníamos, previo a viajar por eventos internacionales.

Una de las cosas que con más cariño recuerdo de la etapa, digamos 1992/2000, de los que entonces éramos los jóvenes críticos de cine argentinos, eran las acaloradas discusiones y el hablar sobre películas, directores y tendencias. Pero más que nada recuerdo un fastidio común: siempre decíamos que con los directores no se podía hablar de cine, que todos los diálogos con ellos eran sobre política cinematográfica, números, internas del gremio, rumores sobre casi todo. Pero de cine, nada.

Ahora nosotros hablamos de lo mismo, y a mí es eso lo que me da más nostalgia. Hoy, la mayoría de nosotros seguimos encontrándonos y hablando --aunque en grupos más pequeños y de manera más casual y desorganizada--, pero son muy pocas las veces en las que se habla de cine. La mayor parte del tiempo hacemos lo que decíamos odiar de los cineastas: hablamos de internas, de estrenos, del INCAA, de los festivales, de números, de peleas, de rumores. No digo que "las películas" hayan dejado de ser un tema --y por suerte todavía hablamos de ellas más allá de sus condiciones de producción--, pero cada vez nos fijamos más en lo que las rodea: subsidios, premios, productoras, festivales, concursos, etc.

No digo que no sean temas importantes y creo que merecen ser analizados, sólo que añoro esa inocencia que nos permitía tomar las películas "como venían", sin tener un mapa de relaciones armado a partir de ellas, ni de estar pensando en las circunstancias que las rodean. De vez en cuando vuelve el debate cinéfilo --cuando películas como "Historias extraordinarias", por ejemplo, nos obligan a replantearnos un montón de asuntos--, pero son pocas veces.

De hecho, cuando fui a ver "Lake Tahoe", de Fernando Eimbcke, no podía evitar pensar en las cosas que había oido hablar de la película y de él. Y toma un tiempo separar las cosas. Pero la película logró el cometido. Suele pasarme que los títulos que no veo en su momento ("Lake Tahoe" estuvo en Berlín y en San Sebastián, dos festivales a los que no fui este año) y que llegan con oropeles, premios y aplausos, tienden a decepcionarme en relación a las expectativas. Pero no fue éste uno de esos casos.

A mí no me había gustado demasiado "Temporada de patos", pero creo que esta película marca un enorme crecimiento, sin perder el estilo personal de aquella. Las comparaciones con Martín Rejtman o con cierto humor seco en su variante latinoamericana ("Whisky" como heredera de Jarmusch y Kaurismaki) son lógicas, pero creo que Eimbcke va generando un estilo propio, y que sabe pasar del humor minimalista (la primera mitad de la película, con el personaje tratando inutilmente de conseguir que alguien le arregle su auto chocado, me hacía recordar un poco a "Rapado", de Rejtman) a un pequeño y asordinado drama sin jamás sentir que está empujando a los espectadores tramposamente hacia la emoción. Si el filme logra, finalmente, ser un extraño "crowdpleaser", lo hace de manera genuina y sincera.

Un pequeño "aparte" para la proyección en fílmico en el Teatro Colón: desastrosa, fuera de foco, mal de luz, fuera de cuadro. Impresentable. El DP del filme, Alexis Zabe (el mismo de "Luz silenciosa"), tendría que haber cancelado la proyección de estar aquí. Se vio espantosamente mal, y no hubo grito de "foco" que hiciera mella en el proyectorista. Evidentemente no se podía ver mejor, y la copia no era buena tampoco.

La segunda película del día --abandonando un sol que invitaba a no hacer nada-- fue "Cosmonauta Poliakov", de Dana Ranga. Como me pasó con varias de las películas de ayer, no cubrió mis expectativas, aunque tiene momentos más que interesantes. Tomando en cuenta que es un testimonio a cámara de casi dos horas con apenas algún material de archivo y unas pocas fotos e imágenes que no sean las de Poliakov hablando, todo depende de lo interesante o no que sea la anécdota que el astronauta ruso tenga para contar. Algunas me resultaron largas, tediosas e intrascendentes mientras que otras --en especial las de la última media hora, en las que se afloja más, habla de la religiosidad oculta de los cosmonautas rusos, de su nostalgia por el espacio-- me parecieron fascinantes.

La tercera fue la película problemática del día. Acá no se trato de una ligera decepción, sino de una importante diferencia de criterio respecto a quienes ven en ella algo parecido a una película. Se trata de "Vegas: Based on a True Story", de Amir Naderi, una película --presentada en video, no se si es el formato final que tiene-- que, más allá de una interesante idea matriz sobre la relación entre el sueño americano, el pillaje, la obsesión por el dinero y cualquier conexión que se pueda hacer con la invasión a Irak, resulta de una inconsistencia dramática intolerable.

Una familia vive en Las Vegas con los famosos hoteles de fondo. Se las rebuscan como pueden y sobreviven en una casita con un jardín. Los padres son ex alcohólicos y jugadores recuperados y tienen un chico de doce años bastante... emo. Un día aparece alguien que dice ser un marine apostado en Irak y les dice que en esa casa vivió de chico y que se las quiere comprar. La mujer (un retrato plagado de rampante misoginia) no quiere saber nada con vender, su marido sí. Luego se revela que el marine no es tal, sino un hombre que quiere comprar la casa porque cree que hay una maleta con un millón de dólares de un robo ocurrido en 1965 escondida bajo el jardín.

Lo que sucede despues es que la familia empezará a destruir su casa y a destruirse a sí misma en pos de encontrar ese elusivo y quizas inexistente tesoro. El problema es que la narración avanza "a los ponchazos", las actuaciones son pésimas, los personajes actúan con una lógica infantil (si estamos ante un filme de misterio, basado en una historia real, las decisiones que toman son de una estupidez inenarrable) y la película se va quedando sólo en una interesante metáfora muy mal plasmada. Cuando el deterioro llega a niveles dramáticos, uno ya se está riendo de la serie de impericias cometidas especialmente por el padre de la familia y no se lo puede tomar en serio. Yo, al menos, no pude.

Pero el día tuvo su gran momento al final, con la mano maestra de Olivier Assayas y la mejor película de las ocho que vi hasta ahora. "L'heure d'eté" marca el regreso del director de "Irma Vep" al mundo de la que para mí es su mejor película, "Fines de agosto, principios de septiembre". Si bien a mí me gustaron bastante sus extrañas "Demonlover" y "Boarding Gate", debo admitir que tenía ganas de volver a ver a Assayas en un entorno francés, trabajando sobre relaciones familiares y de parejas con su habitual fluidez narrativa, la naturalidad con la que se desenvuelven y expresan sus actores, y apostando a la emoción discreta y contenida.

Entiendo porqué la película no entró en Cannes: su temática es muy similar a "Un cuento de Navidad", de Arnaud Desplechin, y sus logros son menos notorios. Aquí hay también una familia que se reúne en torno a una madre. En este caso son tres hijos (Binoche, Berling, Rennier) y la madre ve que se acerca el fin de sus días. Gran elípsis y unos meses después la madre ha muerto dejando tras de sí un gran caserón a una hora de París, una cantidad de obras de arte de un tío (y otras adquiridas por él) que fue un famoso artista plástico, y una serie de secretos familiares.

Muy civilizadamente, pero con subyacentes tensiones, los hijos deberán decidir qué hacer con la herencia de su madre, situación que le permite a Assayas hablar de la relación entre pasado y presente, cuidado de la herencia cultural frente al utilitarismo comercial y el exitismo inmediato, la relación entre el "arte" como algo vivo y la cultura de los museos, y los cambios generacionales.

En ese sentido, lo más interesante es que la película nunca se vuelve en extremo conservadora ni reaccionaria. Si bien el hijo mayor (Berling) es a quien se muestra como más apegado y respetuoso a salvaguardar la herencia familiar, queda claro en el final que Assayas ve esa herencia como algo vivo y mutante, no solamente como una necesidad nostálgica de guardar recuerdos en un arcón.

Si la película es, en muchos sentidos, "renoiriana", lo es especialmente en aquella famosa frase del director de "La regla de juego": "cada uno tiene sus razones". Y respetar esas diferencias hace que "L'heure de eté" sea una gran película. Eso, y la forma en la que Assayas logra emocionarnos sin casi nunca apelar al golpe bajo o al sentimentalismo de ocasión (hay un exceso musical en un par de escenas que molesta, pero no más que eso), más allá de que algunos puedan acusarla de coquetear con cierta tradición de cine de "qualité campestre" francés.

La película de Assayas volvió a probarme que hay algo que los franceses saben hacer como nadie: contar su mundo cercano con conocimiento de causa y un realismo a prueba de trucos de guión. Uno siente que todo lo que pasa en este filme y que todo lo que hacen sus personajes es consecuente con lo que sabemos de ellos: sensato, lógico, humano. Sus miedos, sus emociones, sus impericias son las que tendría cualquier persona ante una situación similar.

Cuando uno ve tramas forzadas como la de "Vegas", cineastas argentinos que se acercan a mundos que desconocen pero que "lucen bien en festivales", películas que apuntan a reinventar el plano en cada plano, a veces uno siente la necesidad de retomar la vieja frase de "pinta tu aldea y serás universal". La vida normal es mucho más excepcional de lo que muchos imaginan.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Diego:

Gracias por el (doloroso) comentario sobre Vegas. Ya van dos contra uno (Scott y tú). Puedo entender perfectamente tu crítica de la película, lo único que no me encaja es que valores negativamente la conducta "infantil" de los personajes. Me parece un juicio moral que se escapa de la valoración rigurosa de la peli. En cualquier caso, es verdad que el tono progresivamente grotesco de la acción ("based in a true story") provoca que los acontecimiento se desencadenen ¿"a los ponchazos"? (intuyo). Lo cual a mí me parece lógico en la escalada antinaturalista (crecientemente distanciada, parabólica, casi brecktiana) de la narración.

En cualquier caso, gracias por ir a ver la peli y escribir de ella.

Abrazos!!
Manu

Peacock dijo...

Manu, no lo tomes como algo personal, please! Tal vez al haber leído los elogios de la película hizo que esperara mucho más de ella de lo que vos esperaste al verla, con pocas expectativas tal vez, en Venecia.

Me pasó lo mismo que vos contás que le pasó a gente en Venecia: me pareció reiterativa, excesivamente larga para algo que podía haberse contado en menos tiempo, me molestaron la mayoría de las actuaciones, y salvo que el "based on a true story" sea un chiste o una ironía, sentí que no me podía creer nada de lo que sucedía: que el protagonista imagine que el tal Brian no lo veía excavar en el jardín, que nunca averiguaran si el policía era real o no (algo muy simple de hacer), que destruyera sin piedad cada arbolito de la casa después de un crack mental que me pareció insólito, y ni hablar de la imagen de la florcita al final.

Quiero decir: me interesa su planteo temático, su confrontación entre dos tipos distintos de Sueño Americano: el del "white picket fence" (familia feliz, clase media, jardín con flores, California) y el del "gold digger", Las Vegas, el capitalista salvaje, el pionero, el que es capaz de invadir un país para buscar "Armas de Destrucción Masiva" que no están en ninguna parte...

Pero creo que todas esas metáforas estaban perfectamente analizadas en la película de Paul Thomas Anderson, "There Will Be Blood". Aquí, siento que no alcanzan a transformar el tema en una buena película por problemas muy básicos: de guión, de actuaciones, de montaje. No sé, la película me dejó afuera.

Tal vez parte de la culpa haya sido la pésima imagen tipo DVD en pantalla grande con la que la vimos. ¿Vos la viste en ese formato también?

Abrazo,
d

Anónimo dijo...

No me lo tomo como nada personal, perdona si mi primera respuesta pudo parecer enojada o irónica. Para nada. De verdad que me interesan un montón (y te agradezco) todos los comentarios, más aún cuando se trata de una película a la que se le ha prestado muy poca atención.

En cuanto al pase de Venecia, recuerdo que fue una proyección digital de una calidad media/buena. Incomparable a la de 24 City en Cannes o a las de los tanques de Lucas (también en Cannes), pero muy decente. Quizás la gama de colores es bastante limitada (como apagada, desvaída), pero a mí me pareció una elección coherente con el contenido.

En cuanto a la negativa del marido a rastrear la posibilidad de haber sido víctima de una estafa vil, me parece consecuente con sus miedos, adicciónes y compulsiones. Y lo de las flores, al final, me pareció conmovedor... soy un sentimental :-)

Cambiando de tema, vi tus recomendaciones para Gijón en Contrapicado. No pienso perderme Ballast, La vie moderne y La trinchera... Supongo que no vienes a Gijón, ¿no? Se te echará de menos.

¡Abrazo!
Manu

Anónimo dijo...

"Cosmonauta Polyakov" funciona por acumulación. El astronauta habla y habla sin cesar, dice lo que debe decir pero también apunta entre líneas otras cosas. Es muy divertido, por ejemplo, el modo en que comenta el tiempo compartido en el espacio con una mujer, cuando empieza confesando un comportamiento caballeresco (y un mayor cuidado por la higiene personal) para acabar insinuando luego un cierto grado de compenetración emocional que derivaba en conversaciones sobre sentimientos. Y qué me dice de esas promesas al cielo relativas a portarse bien y dejar (casi) de beber si el regreso a Tierra va bien, para reconocer después que no merecía la pena tanto compromiso, que total sólo son tres cuartos de hora de nada el reingreso en la atmósfera...

Peacock dijo...

Manu, no iré a Gijón. A excepción que repita como jurado Fipresci alguno de estos años, lo veo complicado...

Respecto a "Poliakov", estoy de acuerdo con vos en que esos comentarios son muy divertidos y sugerentes, pero algunos otros se me hicieron tediosos por lo específicos y largos. Tiene grandes momentos, en ese estoy más que de acuerdo...

Acabo de ver "Le dernier maquis": otra gran película, no se si va a algun festival en breve, pero vale la pena...