11.11.08

Cómo se cubren festivales (Parte 1)


No, no se asusten, no es el comienzo de un curso sobre cobertura de festivales (aunque a esta altura podría darlo), pero me gustó el título para referirme a una serie de cuestiones respecto a la cobertura de estos eventos.

Siempre que hay un festival de cine en la Argentina me sorprendo por el poco espacio que los medios le damos a ellos. Lo digo con conocimiento interno de la situación: para los grandes diarios un evento cinematográfico de este tipo es un hecho cultural menor y --si no hay figuras masivas-- es nulo en términos de "entretenimiento". Resulta difícil encontrar un medio que le dedique más de una página --generalmente es menos-- y se suele centrar en dar alguna entrevista a gente con algún grado de fama/celebridad, criticar los títulos en competencia oficial y mandar algunas apostillas de color sobre lo que sucede, o no, en los festivales. Eso se da siempre más desde Mar del Plata, ya que tiene una historia de dislates y errores que lo han hecho víctima de ser permanentemente escrachado. Muchos otros festivales tienen problemas con proyecciones, con invitados y con subtitulados, pero rara vez salen en los medios. Mar del Plata no puede evitar que si no funciona un micrófono, al otro día sale en todos lados.

El misterio de la mínima cobertura a los festivales locales --lo digo esto viviendo Mar del Plata desde Buenos Aires y dándome cuenta de que no tengo idea sobre lo que está pasando, más allá de las conversaciones telefónicas con quienes cubren para el diario-- me sorprende más en relación a cómo cubren los festivales de los respectivos países sus medios locales. Uno puede decir que es lógico que se de un amplio espacio en los medios alemanes, italianos y franceses para Berlín, Venecia y Cannes, pero también he comprobado que los diarios holandeses y austríacos dedican páginas y páginas (cuatro por día, por ejemplo, en uno de Viena) a sus festivales, a los que no viajan figuras de alfombra roja. ¿Por qué, entonces, nosotros no lo hacemos?

No digo que sólo suceda en la Argentina. Los medios mexicanos son aún peores con FICCO, los chilenos con SANFIC y, salvo San Sebastián, los españoles no se hacen mucho cargo de festivales como Gijón o Las Palmas, que son los más interesantes. Tengo claro que en muchos medios el cine no se integra del todo al ámbito de la cultura (salvo Radar, los semanarios culturales apenas le dedican dos páginas sobre las 48 o 64 de sus respectivas ediciones) y que, en especial los nombres que circulan por estos eventos tampoco "rinden" en las páginas de entretenimiento.

Dicho esto también para los colegas y cineastas españoles que siempre miran con admiración y envidia no sólo al cine argentino sino al interés que los críticos le prestamos a los festivales y al cine que allí se da. Es cierto, el interés está. Lo que no suele estar es el espacio, por lo que nos encontramos peleando por una nota de 2.500 caractéres sobre Albert Serra en medios donde Lisandro Alonso no encuentra mucho eco y, salvo excepciones de los llamados "nuevos consagrados" (Burman, Martel, Trapero y pocos más), los demás reciben espacios muy marginales.

He escuchado todas las explicaciones del caso a lo largo de quince años: que Serra no significa mucho para los lectores de medios masivos y que tal película taiwanesa premiada no le interesa a "Doña Rosa". Pero a la vez siempre se encuentra espacio para notables creadores de danza, teatro o música clásica, ámbitos que tampoco interesan demasiado a "Doña Rosa" pero que no están atrapados por la dictadura del glamour, de la fama o la celebridad.

A la vez, debo reconocer que los jefes de prensa y colegas extranjeros se sorprenden cuando uno les dice que envía todos los días notas desde Cannes o Berlín. Los colegas no siempre lo hacen y los jefes de prensa agradecen la cobertura. Pero eso no desafía la lógica anterior: Cannes amerita espacio (tampoco es taaaanto) porque hay famosos, porque hay directores muy conocidos, porque funciona el tópico "argentino que triunfa en el exterior" y, bueno, porque es Cannes y las fotos sobre la Croisette con el Mediterráneo de fondo son más glamorosas que una del Casino con los Lobos Marinos atrás.

Mañana iré a Mar del Plata, finalmente, y veré qué es lo que realmente pasa. Si no se cubre mucho porque no hay mucho que cubrir, o si seguimos ninguneando desde la prensa a nuestros propios festivales salvo para reportar los codazos que pegó Tommy Lee Jones a sus fans o los problemas que los periodistas tenemos para conseguir entradas. Sé, porque vi más de 50 títulos de la programación, que hay muchas cosas buenas en ese festival, sólo que no muchos lo comunican, ni lo hacen saber. No es culpa, insisto, de los que cubren (aunque, debo admitir, algunas cosas este año me han sorprendido), sino del poco interés que esos eventos generan en los que coordinan todo desde acá.

Tras haber estado en Rotterdam y Viena, les puedo asegurar que el BAFICI no tiene nada que envidiarles. Y Mar del Plata puede tener sus problemas pero, créanme, hay festivales donde no sólo tienen los mismos inconvenientes, sino que las salas están vacías y la organización es inexistente. No tienen idea de la cantidad de entrevistas que he hecho y nunca publicado, o que no hice porque sabía que, como dicen por ahí, "me las iba a tener que meter en el trasero". Y ni hablar de las grandes películas que vi y nunca comenté, ni pude siquiera mencionar.

Bueno, ahora que lo pienso, era para eso --entre otras cosas-- que empecé este blog. Lo cual me satisface a mí, claro, y a las personas que lo leen, pero que no sirve para cambiar ningún estado de cosas en los medios masivos. Cosas que tampoco cambiarán mientras el cine siga siendo visto como un pasatiempo, un entretenimiento, una excusa para ver en la pantalla a grandes estrellas.

4 comentarios:

stf dijo...

Yo tengo una duda al respecto, porque no tengo ni idea de cómo funcionan los medios masivos-periódicos: ¿Quién es la persona que decide entonces ese espacio, y para qué será? ¿Los editores de los espacios de cultura? ¿Asesores de márketing? ¿Editores en jefe? ¿Directores? Lo digo porque me parece un fenómeno bastante extraño, porque en principio, un editor de un medio luchará por poder ofrecer la máxima información (y de mayor calidad). Es decir, a un editor no creo que le interese si Doña Rosa gusta de Alonsos, Serras o Eastwoods, ni que use jamás esto como argumento. ¿Qué figura es entonces la que juzga estas cosas? Está claro que es alguien que no tiene ni idea de cine, pero debe ser la misma que no tiene ni idea de danza, teatro o música clásica... Que en el fondo no acabo de entenderlo bien... entiendo que el objetivo sea vender lo máximo... ¿pero no se puede al menos intentar engañar a Doña Rosa y hacerle creer que Alonso le interesará muchísimo? Me alargué un poco, en el fondo son todo reflexiones internas mías...

Gracias por este espacio tan interesante Diego, pero con tantas cosas que publicas es imposible seguirlo todo.

Peacock dijo...

Stefan, primero disculpas por la incontinencia blogger. Muchas de las cosas que pongo son links a notas o a discos que veo por ahí y me interesan, y me cuesta no "pasar el dato"...

Acerca de las coberturas de festivales la responsabilidad editorial es de los jefes de las secciones, se llamen "Cultura", "Espectáculos" o "Entretenimientos". Aquí en la Argentina la mayoría de los diarios tienen Suplementos de Espectáculos en donde el cine entra junto a la TV, el teatro, la música, la danza y lo que llaman "la prensa del corazón". Los Suplementos Culturales, por otro lado, salen los fines de semana y se ocupan, en un 80%, de literatura, filosofía, poesía, etc. Parece existir siempre gran dificultad --al menos es lo que yo veo-- en poder ubicar al cine en ese área, o al menos en las dos áreas, ya que tiene un innegable aspecto de "entretenimiento masivo". A los editores de Cultura les parece un tema menor (una entrevista a cualquier escritor, aún desconocido, les rinde mucho más que una a Arnaud Desplechin) y a los de Espectáculos les parece muy "cultural" para sus páginas. Ergo, tipos como Serra, Alonso, Straub, Pedro Costa y toda esa lista de gente queda en un limbo muy extraño. Limbo del que sólo salen al consagrarse, a la manera de Bergman o Fellini, o al morirse, como Fassbinder.

Esos editores que disponen del espacio y que quieren que sus suplementos sean leídos y no tienen idea quienes son todas estas personas, les dejan espacios mínimos, para cumplir con los pedidos de los críticos que, como yo, nos obsesionamos con esos temas. Lo que a mí siempre me extrañó es que esa marginación no existe en el teatro, la danza o la música clásica (sí en el rock: no verás casi ninguno de los discos linkeados en este blog en las páginas de un diario grande de la Argentina). Pero el rock tiene sus suplementos propios, cosa que el cine no tiene.

El lado "culto" del cine queda siempre marginado por el lado "popular". Y no hay casi nada que se pueda hacer contra eso, salvo ser paciente e insistente, o bien escribir blogs o tener páginas en internet. Y si uno quiere convencer a algún editor sobre lo bueno de Serra, lo peor que puede hacer es decirle que vea la película. Saldrá de allí convencido de que estamos todos absolutamente locos y que hacen bien en ignoranos...

Abrazo,
d

stf dijo...

Gracias por la respuesta, Diego!

Intento darle más vueltas y me invento un par de conclusiones que explican de algún modo el fenómeno:

El síntoma de que los suplementos de cultura dediquen el 80% de su espacio a la literatura, filosofía, poesía -en definitiva, las letras- viene en gran medida de una idea de base, que inconscientemente predica en las mentes del colectivo "intelectual" -hoy en día las comillas son imprescindibles- que los libros están por encima de todo. La mayoría de los "intelectuales" han sido educados desde los libros, lo que implica que sin ellos, su existencia sería imposible.
También hay algo de esnob en todo ello, sobretodo ahora que el papel está muriendo. Lo mismo que con el teatro, la música clásica o los museos, a los que se sigue prestando bastante atención precisamente por su carácter de avatares de lo intelectual, que tienden a perderse en la sociedad actual. Por esto se intenta insistir tanto en ellos, y no en el cine. Porque el cine, además del tópico de que es muy joven, se trata como un arte muy menor por su cualidad de espectáculo. A alguien de la élite intelectual no le parece correcto ponerse al mismo nivel de una película 'de estas de hoy que son una mierda'.
Y luego está el grandioso factor del desconocimiento. Todos estos censores del espacio/temática están convencidísimos que saben muchísimo de cine, eso es seguro. Si son mayores, en sus días de juventud adoraban a Pasolini y Bergman, y ahi se quedaron, no les cabe la menor duda de que fuera del cine clásico y unos cuantos modernos contados no existe otra cosa que valga la pena. Si son más jóvenes normalmente no conocen nada de cine.

Podría seguir con el tema pero ya me alargué mucho y creo que se entiende. Abrazos,

Stefan

Anónimo dijo...

Brillante reflexión que, aunque ya lo sabía porque además de ser crítico soy periodista, me reconforta escucharlo y leerlo de manera tan clara. Estoy cubriendo el festival en Mar del PLata para un medio completamente independiente (aunque tiene presencia entre los medios digitales locales) y, francamente, frente al caudal de películas, somos 3 e intentamos cubrir un espectro bastante amplio, pero siempre se está en falta. Este año son 3 competencias y varias secciones laterales que siempre tiene una película que es una joya, y con otra a veces se tiene prejuicio y de repente es interesante (me paso con el documental The dungeon masters). Un gusto leer a un colega así-

saludos