29.4.09

Crítica de "X-Men Orígenes: Wolverine" (Clarín)


La precuela se ha convertido, en los últimos años, en una variante diferente para continuar ciertas superproducciones. De Star Wars a esta parte, conocer cómo los personajes se convirtieron en lo que todos conocemos, resulta una nueva manera de sacarle jugo a una franquicia. Wolverine, acaso el personaje más popular del universo X-Men, tiene un ángulo interesante para precuelizar: el tipo empieza la saga X-Men sin recuerdos de su pasado. Aquí sabremos que, cuando el niño James todavía no era Wolverine, una noche le matan a su padre. En pleno pico de tensión, descubrirá que el hombre que asesinaron no era realmente su padre, matará a su papá de verdad (el que asesinó al otro), sabrá que Victor Creed es su hermano y descubrirá que cuando se enfurece le salen unas filosas cuchillas de sus manos. Con Victor se fugará y allí comenzará la secuencia de títulos, acaso lo mejor del filme, que muestra a los hermanos atravesando guerras desde el siglo XVIII hasta Vietnam (las balas no les hacen mella) en una incesante y muy bien coreografiada corrida.

Allí la película se detiene, literalmente. En imágenes pudimos ver cuál será uno de sus conflictos centrales: a diferencia de su hermano Victor (Liev Schreiber), James (Hugh Jackman) no la pasa bien matando a mansalva, y cuando ambos pasen a integrar un comando secreto paramilitar -con varios mutantes famosos como Bolt, Agent Zero y Deadpool, todos a las órdenes del Coronel Stryker (Danny Huston)-, las diferencias saltarán a la vista.

Bajo el nombre de Logan, nuestro héroe se escapará de todo y se refugiará en un pueblito canadiense junto a su mujer. Pero el pasado volverá para buscarlo, seis años después, cuando Victor Creed empiece a asesinar, uno por uno, a los miembros de aquel equipo. ¿O en realidad se trata de algo más complicado que Stryker está ocultando?

La trama se irá haciendo más compleja y las escenas de acción cada vez más intensas, dominadas por efectos especiales de última generación. Pero el problema principal del filme es su falta de originalidad, su muy flojo manejo de todas las situaciones dramáticas y de las relaciones entre los personajes (algo que era lo que le daba intensidad real, y no sólo digital, a los dos primeros filmes de X-Men dirigidos por Bryan Singer), con una dirección de actores que bordea lo ridículo.

Mientras aparecen los íconos que luego serán clásicos de Wolverine (la moto, el saco, etc.), la película navega entre escena de acción y escena de acción, y sólo unas pocas resultan disfrutables (la mayoría son tan flasheras como confusas). Wolverine interesará a los fans de la saga X-Men. El resto, seguirá quedándose afuera, o le costará entender porqué se habla tanto de ella. De los muy buenos productos surgidos de Marvel en los últimos años (El Hombre Araña, Iron Man, la propia X-Men), este Wolverine está entre los más flojitos.

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