17.5.08

Espik Inglish!!

Tendría que ver de vuelta "Vicky Cristina Barcelona". Debo admitirlo. Me divertí tanto, pero tanto, a costa de la película, que me fue imposible tomarla mínimamente en serio durante sus 96 minutos. A la primera aparición de Javier Bardem con la mirada torva, apoyado en la pared de una galería de arte; o luego, en un auto rojo descapotable y yendo a visitar a su padre --un poeta que no publica porque odia el mundo-- y tomando vino en la campiña, no podía parar de reírme. Nada gracioso se supone que sucedía. O sí. Pero no en los momentos en los que yo (y un par de colegas hispanoparlantes) me reía.


Cuando venía un chiste, la sala se reía y nosotros en silencio absoluto. Al primer atisbo de escena dramática o romántica, estallábamos en risotadas que nos obligábamos a contener. Los recorridos de la cámara por la ciudad, la voz en off de no se sabe quién, Bardem tirando pintura sobre la tela como el Jackson Pollock catalán (nacido en Oviedo, pero catalán para la película), la aparición de Penélope, enloquecida, luego de su intento de suicidio, cada vez que Bardem le pide que "espik inglish" ante la presencia de una confundida y sosa Scarlett Johansson, y así podría seguir por horas. Y la guitarrita flamenca, Dios, la guitarrita flamenca...


A la salida de la función había quienes aventuraban que Woody Allen había hecho una película burlándose de esos cliches turísticos y que así había que tomarla. Que los excesivos personajes españoles eran así, pero en broma. Que la situación había que verla con mucha ironía. Tal vez sea así, no lo sé. Es por eso que siento que tengo que volver a ver la película. Tal vez empiece a reírme en los lugares apropiados. O tal vez, como todas las películas recientes del neoyorquino, me parezca, finalmente, una peli menor e inofensiva.

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