Cannes 2010: Parte 1

Se siente en el ambiente que esto está por comenzar. En realidad, ya comenzó. Pero todos los que tuvimos la fortuna -y somos muchos a juzgar por la cantidad de gente que hay en la calle y en las salas de prensa- de ver Robin Hood en nuestros respectivos países, zafamos de madrugar para verla temprano.

En un rato estarán los protagonistas en la conferencia de prensa e imagino el primer caos y apretujamiento de esta edición, con las respectivas preguntas estúpidas a Russell Crowe y lo acostumbrado. Casi que tengo ganas de que el tipo le grite a algún periodista (no, tampoco que le tire un teléfono por la cabeza, aunque...), pero una reacción intempestiva de Crowe le daría algo de gracia al arranque.

Respecto a Robin Hood, me cuesta escribir algo interesante. Es una más, y van, película correctamente filmada e insulsa de Ridley Scott, que siempre sabe como manejarse en las escenas de acción y en los movimientos masivos (por momentos parece una película de samurai), pero no tiene mucha idea de cómo filmar una escena dramática sin aburrir. En eso se parece mucho a Gladiador.

Para los que preguntan qué tiene que ver Gladiador con Robin Hood, muy sencillo: esta peli es una especie de precuela de la historia que todos conocemos de Robin, y se centra en las batallas previas y en cómo terminó convirtiéndose en un forajido que se esconde en los bosques para pelear contra el sheriff de Nottingham y compañía. Así que Scott se las arregla para tener una serie de escenas de batallas con espadas, arcos, flechas y golpes, que le salen bastante bien.

El problema es que eso toma 40/45 minutos de una película de 145. Todo lo demás se hace complicado de soportar. De cualquier manera, comparada con otras aperturas terribles de Cannes, esta al menos no da verguenza ajena. Es anodina, en el peor de los casos...