Es famoso que Agnès Varda no es una persona fácil para las entrevistas. Más allá de su calidez y candidez en cámara, uno la ha visto en tensas situaciones en festivales y discutiendo a cara de perro con colegas o jefes de prensa. Es por eso que hablar con ella por teléfono no es del todo una tarea sencilla. Pero vale la pena. Después de todo, «Las playas de Agnes» es una de las mejores películas que se han estrenado en el año y, tomando en cuenta que se trata de un filme bastante autobiográfico, hablar con ella puede llegar a ser revelador. O no.
-Las playas... tal vez sea su trabajo más autobiográfico. ¿Por qué tomó la decisión de hacerlo? ¿Tuvo que ver con haber cumplido los 80 años?
-Me enerva que todos me hagan las mismas preguntas. ¿No recibieron el dossier de prensa?
-No, no lo recibimos.
-Sí, es evidente que fue por eso. Ya lo he dicho como una broma, pero cuando tenía 78 años, pensé: ohlala, voy a cumplir 80. Veía llegar las cifras como un tren que se me venía encima. Estaba un poco impresionada y entonces decidí: voy a hacer algo ya que soy cineasta. Haré una película y estará lista para mis 80 años. Pero no lo logré. No pude terminarla para mis 80. Tardé mucho y la terminé cuando la terminé. Pero esa fue una motivación. La otra motivación está en la gacetilla. ¿Hay un distribuidor en Argentina? Porque no lo entiendo. Ahí yo explico por qué hice la película.
-¿Sintió que deseaba revisitar lugares, situaciones y personas de su vida?
-Si vio la película, habrá visto que sí.
-Hace ya años que trabaja en este formato de documentales personales, casi diarios filmados. ¿Le resulta más placentero como experiencia, más personal, que el cine de ficción?
-Eso sí puedo responderlo porque no está en la documentación para la prensa. Desde hace varios años, cuando hice el documental sobre las personas que recogen la basura en los campos la comida abandonada, utilicé cámaras pequeñas con las cuales yo misma podía filmar. Porque había personas en una situación social que hacían que resultara difícil llegar con equipos. Era mejor llegar sola. Fue así como, por razones sociales, empecé a filmar yo sola. Y después le tomé el gusto. Realmente me daba mucho placer. Era un documental social, pero de todas maneras yo aparecía un poco y hablaba. Y es cierto que era un tema social más importante que yo, pero al mismo tiempo yo hacía algunas pequeñas observaciones personales y aprovechaba para hacer una especie de diario: yo hago esto y hago esto otro. Vuelvo a casa, hay gatos. Eso fue en el año 2000 y ciertamente les tomé el gusto a esas camaritas y en “Las playas...”, que es un documental, pero autobiográfico, traté de mostrar a muchas otras personas, pero de todos modos, es un poco mi vida. Para esa película yo tuve una jefa operadora de primer nivel, con una cámara de video profesional pero también filmé yo, seguí haciendo algunas notas personales, filmadas a mano con una cámara muy pequeñita.
-Quisiera que me hable un poco más de las playas y del significado que han tenido a lo largo de su vida.
Eso está totalmente en la gacetilla de prensa... Siempre viví cerca de playas. Es el paisaje más bello del mundo y yo he contado mi adolescencia en las playas belgas, mi juventud en las playas del sur. He hablado mucho de eso. Y sigo diciendo que es el paisaje que me inspira, que me convoca.
-¿Se considera una persona nostálgica, de mirar el pasado permanentemente? ¿O tiene siempre planes a futuro?
-Viendo el conjunto de mis filmes a lo largo de 50 años, se nota que no soy una persona que mira el pasado. Mis películas no son así. Y no soy nostálgica, soy un poco melancólica a veces, pero no es lo mismo. La melancolía es recordar el amor perdido, y es un poco como la saudade portuguesa. Son momentos de melancolía, pero es una melancolía bastante alegre de todas maneras. Creo que el gusto por la vida es más fuerte que la melancolía.
-Usted comenta que Chris Marker la criticó por no haber estado en Francia durante el 68 y haberse ido a California.
-No es una crítica, es una observación. Él se divierte diciendo: “Mire, usted no estaba en Mayo’68” y yo respondo: Ah, sí, pero usted no estaba para filmar los Black Panthers” que yo filmé.
-¿Y cómo recuerda la época? ¿Cree que debería haber tomado otra decisión?
Para nada. Yo cuento nuestra estadía en California que fue muy feliz.
-Usted y su marido Jacques Demy tuvieron una relación complicada, de amor-odio, con Hollywood. ¿Cómo ve el Hollywood actual respecto al que ustedes conocieron a fines de los 60 y los 70?
-No me interesa en absoluto. A Jacques, Hollywood lo atraía mucho. A mí no. Y cuando traté de hacer una película en Hollywood no encontré las condiciones que me convinieran y las películas que filmé – hice cuatro películas en Estados Unidos – fueron películas francesas. Cuatro películas en Los Ángeles, todas en francés.
-La película mezcla momentos surrealistas, realismo y fantasía, un poco a la manera de 8 ½ de Fellini. ¿Fue esa película en parte una inspiración?
-Adoro a Fellini y 8 1/2, me parece admirable, pero él habla del futuro y del pasado y todo eso y pienso que no hay ninguna comparación posible. Es un gran maestro y me encanta su película. No son comparables y no necesito a Fellini para tener recuerdos surrealistas. Me eduqué con libros, pinturas e ideas surrealistas. Y eso evidentemente apareció un poco en mi película.
-Recientemente falleció Eric Rohmer. Quisiera que me cuente qué relación tenía con él y qué piensa de su obra.
-No tuve ninguna relación con él porque lo conocía pero no éramos amigos. Creo que hizo un trabajo muy consistente, muy coherente, particularmente sobre la juventud. Y era un hombre que estaba cada vez más viejo pero que hizo siempre películas sobre la dificultad de los jóvenes para enamorarse, sobre las relaciones de los jóvenes y el amor en la ciudad y en los suburbios. Creo que es un observador muy, muy fino de la sociedad francesa y de los jóvenes.
RECUADRO
-En el próximo festival de Cannes recibirá un premio a su carrera…
-Por una vez, no es un premio a mi carrera. Recibo muchos premios a mi carrera que son premios que se reciben al final de la carrera. Pero este film, no tengo el título bajo los ojos, pero es por “originalidad, audacia, creatividad”, es decir, es raro, dado por directores, por mis colegas y pares, y es un homenaje a mi trabajo y no a mi carrera. Es más bien a mi escritura, a mi estilo, a mi independencia. Es un premio que me complace muchísimo.
-Y darán una película suya, “Lions Love… (and Lies)”. Es un reconocimiento…
Sí, es una película que hice en Hollywood en 1968. Absolutamente hippie y absolutamente hollywoodense. Cuenta los años de los hippie children en California pero también el deseo de cine, la ambición de tener éxito en el cine que era muy hollywoodense, muy americano. Y son tres personas formidables, los autores del musical Hair y Viva que era la musa y la ninfa Egeria de Andy Warhol. Y los tres viven como un matrimonio de tres y en Hollywood y quieren ser stars. Y es muy hollywoodense y a la vez muy libre, en una escritura que corresponde perfectamente al premio que recibo, o sea una película original, audaz, y sin ninguna referencia con el cine clásico. Recibo muchos premios pero éste me da mucho placer. Además, el nombre del premio es “Le Carrosse d’or”, que es una película de Jean Renoir. Es un premio muy particular y no se parece en nada a los premios a la carrera.
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