Diego Lerer
Cannes. Enviado especial.
Tal vez tenga que ver con el hecho de haber nacido el 24 de marzo de 1976. O que sus padres hayan sido militantes y haber “tenido que vivir en varias casas y mudarme muchas veces” durante la dictadura. Pero lo cierto es que a Diego Lerman le llegó la hora, en su tercera película, de hablar de un tema al que, generalmente, le escapan los realizadores de su generación.
“La mirada invisible”, adaptación de la premiada novela de Martin Kohan “Ciencias morales” ofrece una mirada muy particular de esa época de la Argentina. Transcurre en 1982, en las semanas previas a la Guerra de las Malvinas, cuando el Proceso Militar estaba entrando en su decadencia. Y la historia se circunscribe, en gran parte, al Colegio Nacional Buenos Aires, en el que María Teresa (Julieta Zylberberg) hace sus primeras armas como preceptora de tercer año y donde entabla una extraña relación con el Sr. Biasutto (Osmar Nuñez), el rígido y demandante jefe de preceptores.
El filme se presentó el viernes en la Quincena de Realizadores y el director y la protagonista hablaron con Clarín. “La mía fue una familia en la que la dictadura dejó su huella –dice Lerman-. Lo que me interesó de la novela es que tocaba el tema desde otro ángulo, uno muy acotado, y en una época que no se vio tantas veces en el cine”.
El director asegura que para la preparación del filme recorrieron varias escuelas (no les permitieron filmar en el Buenos Aires, lo hicieron en tres distintas) y entrevistaron a ex alumnos. “Lo interesante de la novela es cómo el contexto opera sobre los personajes –dice-. El colegio es una célula y ellos llevan toda esa represión en el cuerpo. Todo lo que vemos es a través del personaje de María Teresa.”
La actriz de “La niña santa”, actualmente en la obra teatral “Agosto”, dice que, además del guión y la novela, le sirvió charlar con ex preceptores y “gente que fue alumna del Buenos Aires en esa época”. Zylberberg asegura que lo fundamental para ella era “no juzgar al personaje. Ella no tiene mucha información y no se da cuenta de las consecuencias de sus actos. Está muy confundida. Es una chica solitaria y desconectada socialmente que lo único que quiere es ser buena para alguien. Y de ahí sale su atracción por Biasutto. Es un personaje super rico y muy ambiguo, que se debate entre el deseo y la obediencia”.
Algo fundamental en la película, dice Lerman, fueron los tiempos de ensayo para “trabajar la disciplina, meterla en el cuerpo, en la forma de hablar, de relacionarse, de caminar. Usábamos consignas y fuimos filmando ensayos hasta lograr lo que queríamos. Para mí eso es esencial porque son personajes que requieren mucha concentración. Hay mucho que no se ve de ellos, que no se sabe, y los espectadores tienen que suponerlo, que verlo a través de sus comportamientos”.
Según los planes, “La mirada invisible” (título que al director de “Mientras tanto” le resulta más “cinematográfico” que el de la novela) se estrenará en la Argentina el 26 de agosto. "Es una pequeña fábula moral", asegura el realizador. Una que, él espera, el público internacional sepa y pueda comprender tanto como el argentino.
Cannes. Enviado especial.
Tal vez tenga que ver con el hecho de haber nacido el 24 de marzo de 1976. O que sus padres hayan sido militantes y haber “tenido que vivir en varias casas y mudarme muchas veces” durante la dictadura. Pero lo cierto es que a Diego Lerman le llegó la hora, en su tercera película, de hablar de un tema al que, generalmente, le escapan los realizadores de su generación.
“La mirada invisible”, adaptación de la premiada novela de Martin Kohan “Ciencias morales” ofrece una mirada muy particular de esa época de la Argentina. Transcurre en 1982, en las semanas previas a la Guerra de las Malvinas, cuando el Proceso Militar estaba entrando en su decadencia. Y la historia se circunscribe, en gran parte, al Colegio Nacional Buenos Aires, en el que María Teresa (Julieta Zylberberg) hace sus primeras armas como preceptora de tercer año y donde entabla una extraña relación con el Sr. Biasutto (Osmar Nuñez), el rígido y demandante jefe de preceptores.
El filme se presentó el viernes en la Quincena de Realizadores y el director y la protagonista hablaron con Clarín. “La mía fue una familia en la que la dictadura dejó su huella –dice Lerman-. Lo que me interesó de la novela es que tocaba el tema desde otro ángulo, uno muy acotado, y en una época que no se vio tantas veces en el cine”.
El director asegura que para la preparación del filme recorrieron varias escuelas (no les permitieron filmar en el Buenos Aires, lo hicieron en tres distintas) y entrevistaron a ex alumnos. “Lo interesante de la novela es cómo el contexto opera sobre los personajes –dice-. El colegio es una célula y ellos llevan toda esa represión en el cuerpo. Todo lo que vemos es a través del personaje de María Teresa.”
La actriz de “La niña santa”, actualmente en la obra teatral “Agosto”, dice que, además del guión y la novela, le sirvió charlar con ex preceptores y “gente que fue alumna del Buenos Aires en esa época”. Zylberberg asegura que lo fundamental para ella era “no juzgar al personaje. Ella no tiene mucha información y no se da cuenta de las consecuencias de sus actos. Está muy confundida. Es una chica solitaria y desconectada socialmente que lo único que quiere es ser buena para alguien. Y de ahí sale su atracción por Biasutto. Es un personaje super rico y muy ambiguo, que se debate entre el deseo y la obediencia”.
Algo fundamental en la película, dice Lerman, fueron los tiempos de ensayo para “trabajar la disciplina, meterla en el cuerpo, en la forma de hablar, de relacionarse, de caminar. Usábamos consignas y fuimos filmando ensayos hasta lograr lo que queríamos. Para mí eso es esencial porque son personajes que requieren mucha concentración. Hay mucho que no se ve de ellos, que no se sabe, y los espectadores tienen que suponerlo, que verlo a través de sus comportamientos”.
Según los planes, “La mirada invisible” (título que al director de “Mientras tanto” le resulta más “cinematográfico” que el de la novela) se estrenará en la Argentina el 26 de agosto. "Es una pequeña fábula moral", asegura el realizador. Una que, él espera, el público internacional sepa y pueda comprender tanto como el argentino.
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