Mientras me voy enterando que cierran blogs que linkean a discos por todos lados -yo dejé de hacerlo hace tiempo previendo que la mano podía ponerse pesada-, les dejo un breve repaso de mi primera jornada en Berlin, que tiene más componentes anecdóticos que específicamente cinematográficos.
Demoras de vuelo, una larga revisada a todos los pasajeros por una sospecha de drogas en alguna valija, una llegada corriendo a la sala de prensa, un escribir igualmente veloz para el diario, todo para llegar a las 7pm a ver la nueva película del lituano Sharunas Bartas, EASTERN DRIFT, y para comprobar que era una mierda... Mierda del todo no, en realidad, pero si venís corriendo durante horas más vale que sea una obra maestra, no?
Y no, no lo es. Una película de gangsters y prostitutas en Europa del Este y París, es la película màs comercial y convencional de Bartas, pero eso no la hace mejor que las anteriores ni mucho menos. Lo hace más... convencional. Un traficante de drogas metido en problemas, en lío además con dos mujeres -una de ellas prostituta-, persecuciones de otros mafiosos con acento y caras de "mafiosos rusos", una huída desesperada por parajes inhóspitos, escenas de sexo y violencia. Una película más. Robert Koehler decía que Bartas la hizo para "tener sexo con esas dos chicas" (es que el propio Bartas la protagoniza) y tal vez no esté equivocado. Toda la carrera de Bartas puede ser tomada de esa manera. Pero, de hecho, también la de cientos de cineastas y sus "musas", por más que no tengan sexo... delante de cámaras.
Ya me voy a dormir que mañana arranco con la dupla "Howl" y "The Ghost Writer". Después, Dios proveerá hasta la noche, en la que pienso apostarme bajo el frío a ver la nueva versión "argenta" de METROPOLIS en la puerta de Brandenburgo.
Fuera de lo cinematográfico, no mucho. Fiesta de apertura en Berlin oriental. Muy buena comida, excelente bebida, un lugar del carajo, pero entre el cansancio y la necesidad de madrugar mañana, el team argento (Batlle, Monteagudo, Wolf) y yo nos retiramos a nuestros aposentos. Ellos seguro duermen. Yo, como un boludo, no. Estoy acá, escribiendo esto, y en cinco horas tengo que estar arriba.
Hasta mañana.
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