8.2.10

Déjá vù: ínfimas reflexiones sobre la editorial de La Nación y el cine argentino


Casi que cansa, a esta altura del partido, seguir hablando de estas cosas y en estos términos. Pero era más que probable que la nominación al Oscar de "El secreto de sus ojos" de pie a este tipo de absurdas e inconsistentes reflexiones. Pero para eso están los Oscars, para que la gente se cuelgue de ellos como la justificación de todo lo que está bien o está mal con "nuestro cine".

Me aburre sólo la idea de volver a usar argumentos para refutar la columna de Pablo Sirvén en La Nación sobre el cine que hay que hacer y el cine que no hay que hacer (y ni pienso comentar los exabruptos de Guillermo Francella en la conferencia de prensa post-nominación), sobre lo bueno que es que el INCAA no subsidie más a operas primas, sobre los críticos que celebran las peores películas argentinas vistas en la historia y a las que el público, con razón, les da la espalda. Me aburre. Soberanamente. Casi tanto como leerla: uno tiene la impresión de que esa columna se escribe una vez por año cambiándole títulos, nombres y ejemplos, como dijo un colega.

Me aburre la opinión injustificada, sostenida en datos falsos. Me aburre la confusión que genera (¿por qué no leen las cifras de Ultracine sobre cine nacional y chequean cuáles son las películas que el público no ve?) tanto como el discurso que conlleva. Me aburre que se piense en el cine sólo como datos estadísticos (¡éxitos, éxitos, hagamos éxitos!) y que deba ser esa la única motivación para los subsidios del Estado. Pero, de última, es una columna de un secretario de redacción de La Nación y es coherente con una línea editorial. Más raro es que el propio editorialista coincida o celebre la política del INCAA al respecto. Debe ser el único editorial de La Nación a favor de una política estatal...

A punto de comenzar el Festival de Berlín, en el que hay una opera prima argentina en competencia (y no es la primera, estuvieron allí también Lucrecia Martel y Rodrigo Moreno), esto de pedir la pena de muerte a las operas primas y exigir al Estado que sólo apoye a cineastas consagrados (aunque Sirvén suma a Pablo Trapero a esa lista: no sé que pensaría si viera ahora "Mundo grúa") suena casi trasnochado, huele a viejo, a frase hecha y gastada.

Podría seguir argumentando, pero es obvio y agotador. Y, como Sirvén, ya creo haber dicho todo lo que tenía que decir al respecto más de una vez, en las tantas críticas en las que me pasé defendiendo "los bodrios más notables que se hayan visto por estas tierras". Dando vuelta cierta frase célebre, uno podría decir: "la culpa no es de Campanella, sino a los que les da de comer".

PD. Los que quieran revisar la editorial de Pablo Sirvén en La Nación pueden entrar por aquí. Y los que quieran decir algo más sobre el tema, tienen los comments.

6 comentarios:

Patetico Hombrecillo dijo...

Perfecto, con esa idea, mejor hacer 5 peliculas comerciales por año, terminar con el BAFICI, que no se estrenen peliculas europeas o asiaticas que no sean comedias mediocres o de accion superficial, que el Festival de Mar del Plata se dedique nada mas a mostrar las peliculas que fueron exito de taquilla fuera de Estados Unidos y traiga gente famosa, que la Lugones y el Malba cierren sus espacios cinematograficos, y ahi si, podremos tener cinco peliculas de Suar por año para que la gente vaya a ver cine argentino...

Un deja vú, es cierto...

Juan Villegas dijo...

A mi también me aburre, pero no me puedo quedar calaldo. Acá está mi respuesta e otroscines.
http://otroscines.com.ar/columnistas_detalle.php?idnota=3852&idsubseccion=11

mge dijo...

Ni el presupuesto inicial de una película ni su recaudación final van en línea directa con su calidad como film. Pensar que Manuelita es mucho mejor película que La Niña Santa por el simple hecho de que recaudó más es tomar por estúpido al lector (aunque quizás a Sirvén le gustan las películas que toman por idiota al espectador)

Quien escribe el artículo habla de reconciliaciones pero no aclara qué publico debería reconciliarse con qué cine. Público y cine son categorías demasiado generales.

Leer esa nota me descolocó, más que nada porque lo único "chato" es la nota misma y el autor parece no enterarse.

Juan dijo...

Lo pregunto porque lo menciona la nota y por desconocimiento, a riesgo de no ser contestado: ¿Cuáles fueron los exabruptos de Frencella?

Peacock dijo...

Citado por Pagina 12, dijo: “No comulgo con películas que le dan la espalda al público y que son premiadas. No lo voy a negar. Esas películas que son para catorce personas y las ensalzan, las critican de manera excelente, les dan premios y no va nadie...". Tal vez no sean exabruptos, pero a que viene esa especie e espíritu revanchista? De ver quien la tiene mas grande? Mañana Francella tiene una peli en el Festival de Cannes, dirigido por algun operaprimista y se va a tener que comer sus palabras. A Darin nunca lo escuchas haciendo esos comentarios, al menos no publicamente...

Anónimo dijo...

Igual, la culpa también la tiene Campanella, Luna de Avellaneda fue la última pelotudez que voy a ver de este tarado golpebajista.
Y una cosa que no dice Sirven ni los que defienden la gran taquilla: ¿cuál es la inversión publicitaria de estas superproducciones? ¿Cómo le piden a una opera prima que llene cines, sin un puto cartel en la calle?