13.9.08

Convivir con lo siniestro


En Ñ, el suplemento cultural de "Clarín", se publica hoy (más vale tarde que nunca...) una entrevista a Lucrecia Martel de Juan Pablo Cinelli y un análisis de su obra --previsiblemente, poco elogioso-- por parte de Quintín. Leer aquí.

Del texto de Quintín --que no discuto y que es la clase de texto crítico sobre Martel que me interesa leer, con objeciones que yo también podría hacerle-- sólo me intriga saber porqué esa misma duda e incertidumbre que Q. le reclama a la directora salteña no la tiene él sobre sus propios materiales, tan contundentes y terminantes que suelen ser.

Los que no la vieron no lean lo que sigue:

Y sigo sin entender lo del plano del perro: el pibe se cayó en la alcantarilla --o como se llame eso que está al costado de la ruta-- y punto. ¿Dónde está la trampa?

3 comentarios:

Lucas dijo...

El plano del perroooooooooooooooo!
volvio, que felicidad.
Se ve que Quintin tampoco cree en Dios.
Que suerte no ser el unico, y sobre todo que alguien insista con algo que es realmente importante (aunque a nadie le importe... como la pelicula).

Anónimo dijo...

A mi también me hizo ruido el comentario de quintín sobre el plano del perro. Vimos otra película? Por otro lado no puede decir que es engañosa porque no es una toma para engañarnos a nosotros y luego salir canchereando al final con una resolución cuasi todopoderosa. Por otro lado está sostenida tambien por esa excelente toma de cuando van a buscar a la ruta "debe ser un perro" Pero nosotros no estamos seguros de eso, y ella tampoco claro. El espectador maneja las mismas opciones que maneja la cabeza de ella y la resolución es acorde a eso, podría haber sido el perro, por qué no? Ella nunca salió, es una excusa. Pero tampoco sabemos a ciencia cierta si mató al chico, su alrededor está seguro, pero nosotros no lo sabemos nunca, nadie dijo nada en concreto, "nadie sabe que pasó" Y con esa idea vive ella. Cobarde? Bueno, pero eso pasó y pasa, no es culpa de Martel ;-)

De todas formas hay otras cosas que dice quintin que me parecen buenos puntos de discusión sobre su obra, pero también muchas de esas cosas se las escuché decir a ella misma sobre su obra. Entonces me gustaría ver la proxima.

P.D: el gaumont se llena con la de pino.

Lucas dijo...

Voy a ponerme serio por una vez…
Esta claro que cada uno le perdona a quien quiere lo que quiere en términos narrativos (yo le perdone lo imperdonable a Bielinsky en Nueve Reinas), y no pretendo que todos pensemos igual ni que todas las películas manejen el mismo sentido del tiempo, espacio y punto de vista.
Están los que piensan que hay una responsabilidad del realizador anterior a la obra y una posterior (yo estoy entre estos), y otros (a los cuales respeto pero juegan a otro deporte) que prefieren respetar la decisiones estéticas y narrativas del carismático realizador no importa hasta que lugar los lleve.
El caso de Martel como el de tantos (generalmente muy usado en el cine americano de segundo nivel) presenta una prepotente utilización del punto de vista preso a las necesidades narrativas del gran imaginador (en este caso la realizadora - guionista según se firma) favoreciendo sus necesidad a las del personaje (por que el enrosque del “AUTOR” los lleva a ser siempre mas que sus personajes).
Claramente la película presenta un punto de vista en términos generales, el de la protagonista. Pero hay otros dos momentos (por lo menos) donde convenientemente el punto de vista se corre a otro lugar, a uno más reconfortante, mas cómodo y menos comprometido.
La primera escena y a mí entender en el plano del perro es donde básicamente se fundan las tramas de la película, para unos la del encumbramiento y para otros como yo el deambular de una (porteña) burguesa autista por 1 hora y media de mi tiempo libre.
Los directores (y los guionistas) no son ingenuos a estos manejos arbitrarios de recursos formales para producir lo que quieran producir, ellos saben lo que hacen y hasta muchas veces lo hacen adrede.
Martel es creyente, ella concibe evidentemente un mundo de buenos malos, ella cree en el perdón o que todo merece un perdón lo cual la exime de las responsabilidades ante quienes no (le) creen.
Bueno yo no creo en nada, solo creo que muy convenientemente no quiso hacer asesina a su protagonista y para ello (la realizadora) mato con su punto de vista a un perro, una horrible y pobre manera de decir “yo soy Madame Bovary”, prefiero las jetas de los Ragazzi di vita.
… por ahí el de la alcantarilla era el nene arabe que le disparo a Brad Pitt en esa otra película de otro “AUTOR”.