5.5.09

Entrevista a Terence Davies (Clarín)


Otra "extended version" de la entrevista que hice ayer y se publica hoy en "Clarín" (aquí). La conversación fue mucho más larga (en un momento le pregunté si había visto "Liverpool", de Lisandro Alonso, y me dijo que no, y le tuve que explicar de qué se trataba y porqué se llamaba así), si a alguien le interesa me avisa, je!

Ocho años después de su último largo de ficción ("La casa de la alegría", adaptación de una novela de Edith Wharton), en Cannes del año pasado reapareció una de las grandes figuras del cine inglés contemporáneo con una película que fue, para muchos, de lo mejor que se vio en ese festival. Se trata de Terence Davies, el director de "Voces distantes" y "La Biblia de neón", que presentó allí "Del tiempo y la ciudad", un documental que es, como él mismo dice, "mi despedida de Liverpool", su ciudad natal, la que supo retratar en sus cortos y dos primeros largos.

El filme, que se estrena mañana en el Arte Cinema (sábados y domingos se verá en el MALBA), compila imágenes de la ciudad portuaria de los '40 a los '70, los años en los que Davies vivió allí. El director es también quien narra el filme, que más que una historia de Liverpool, es una suerte de memoir, de poética autobiografía de una ciudad y un tiempo que ya no existen más. En charla telefónica, el director, de 63 años, habló del filme, de su cine, y de su relación de amor/odio con su ciudad y su país.

Después de hacer dos adaptaciones literarias, ¿sintió la necesidad de volver a algo más autobiográfico?


No fue así, llegó de la nada. Un productor me comentó de un concurso en Liverpool para hacer tres filmes sobre la ciudad y me dijo si me interesaba participar. Le dije que no quería hacer una película de ficción sobre la ciudad y que prefería un documental que contrastara lo que era Liverpool entre el 45 y el 73 con lo que es ahora. Presentamos el proyecto al concurso y quedamos, entre 157 postulantes. Y yo nunca había hecho un documental antes.

¿Por qué no quería hacer una ficción?


Porque ya las hice, no tengo más nada que decir sobre la ciudad. Me interesaba hacer algo parecido a "Listen to Britain", un documental de Humphrey Jennings de 1941, cuando pensábamos que los alemanes iban a invadir. Era un poema visual, muy subjetivo, que trataba de capturar lo que era ser inglés en ese entonces.

Ese filme no tiene narración, sin embargo el suyo lo narra usted. ¿Cuál fue el motivo de esa decisión?


Lo que pasó era que escribía la voz como guia mientras editábamos. Sabía que quería usar unos poemas míos, algo de los "Cuatro Cuartetos", de T.S. Eliot y unos textos más. Probamos con actores pero no funcionaba. Aparte teníamos poco dinero y decidimos usar mi vos. Esos poemas de Eliot me fascinan desde que se los escuché recitar de memoria a Alec Guinness en TV, allá por 1961, 62. Hablan de la naturaleza del tiempo, de la memoria, la mortalidad. Me conectaban con mis propios recuerdos.

Más allá de la lectura de poemas, se puede decir que la película es más "un poema visual" que un documental. ¿Usted lo ve así?


Yo lo veo como una despedida a Liverpool. Ya no quiero volver a la ciudad, ni a vivir ni a filmar sobre ella. Creo que si bien hay diferencias en prosa y poesía, creo que ambas cumplen la misma función, hablar de algo que te puede conmover profundamente. No la hice como "un poema visual", tal vez pueda considerarse como "prosa poética": no contar una historia directamente, sino de manera implícita. Es más una declaración de amor sobre la ciudad. Pero el contenido de marca la forma --los cortes, la música-- y si se siente como un poema me siento muy afortunado. Lo que no quería era hacer un documental tradicional: esto pasó un año, después lo otro, y así. Contar una historia pero no en una forma obvia. Todos los filmes, incluidos los documentales, son igualmente ficciones.

Cuando revisaba los archivos, ¿qué tipo de material buscaba? ¿Qué le sorprendió encontrar?


Al principio cosas generales. Hay muchísimas cosas. Quería mostrar el tren que pasaba por arriba y que sacaron en 1957. Los diques del puerto. Me sorprendió darme cuenta lo mal que estaba todo. En ese entonces, yo era un niño, no me daba cuenta que era tan gris. Luego las casas construidas en los '70: horribles. Me shockeó eso. Y tampoco recordaba que hubiera tanta gente por todos lados.

La película es nostálgica, pero también muy ácida, crítica. ¿Cuándo empezó a darse cuenta que no era el paraíso que pensaba?


Mi padre era muy violento. Cuando murió, mi casa atraía a la gente. No teníamos nada (Terence es el menor de diez hermanos), pero éramos felices. Podía sentir un espíritu de comunidad en la calle. Tenía la escuela, la calle, la iglesia, el cine. Había 16 salas de cine cercanas a mi casa y allí vi "Cantando bajo la lluvia" y todas esas maravillosas películas. Ese era todo mi mundo. Entre los siete y los once años era muy feliz. Todo empezó a cambiar en la secundaria. Era mucho más duro. En la pubertad me di cuenta que era gay y recé hasta que me sangraron las rodillas para que se me pasara, pero no se me pasó. Y saber que, para un chico católico, no era considerado una persona normal, fue tremendo. No sólo física, sino emocionalmente. Luego me fui a la escuela de cine, en Londres, y fue como llegar a otro mundo. Después murieron otros miembros de mi familia, y así... Pero mi casa espiritual sigue siendo en la calle Kensington, en Liverpool, por más que mi casa no exista más hace muchos años. La tiraron abajo.

¿Fue a partir de ese momento que, de ser muy religioso pasó a ser ateo? ¿Se sintió traicionado por la iglesia?


No me sentí traicionado sólo por la Iglesia, me sentí traicionado por Dios. Yo había tratado de vivir la vida como él decía, ir a misa, cumplir con los rituales, y no pude. A los 22 años supe que era todo una mentira. De cualquier manera, la ausencia de Dios creó un gran agujero en mi vida que trato de llenar con literatura, poesía, música. Esa es ahora mi iglesia.

¿También su pasión por el cine decayó?


Iba al cine con gran intensidad, pensaba todo el mundo lo hacía. Me creía todo lo que veía, me acordaba todos los planos, los diálogos. Era un experiencia intensa. Ahora es mas difícil. No me entretengo, me aburro. Casi no hay magia. Sólo un par de películas me interesaron en los últimos años: "Laissez passer", de Bertrand Tavernier; y "La edad de la inocencia", de Martin Scorsese.

¿Por qué decidió irse de Liverpool?


Tenía un trabajo de "tenedor de libros" (bookkepeer) que odiaba, pensaba que me moriría si me quedaba ahí, con ese trabajo. Me fui a estudiar drama y luego a la escuela de cine, era lo que quería hacer. Y me quedé en Londres.

En sus filmes queda claro su amor por el cine clásico de Hollywood, pero sus películas no se parecen en nada. ¿No le gustaría hacer algo como "Cantando bajo la lluvia", que es una de sus películas favoritas?


No tengo talento para hacer algo así... Los musicales ingleses son grises, no funcionan. Me gustaban las comedias inglesas de los '40 y los '50 y los musicales de Hollywood. Lo que sucede es que absorbés esa influencia, todo eso es procesado por tu mente y luego sale algo diferente. Y mi percepción de la realidad es muy distinta a la del cine clásico. No me interesa tanto lo que pasa después, sino capturar la verdad emocional de ciertos momentos. El cine es siempre una fantasía, pero la vida no es necesariamente feliz ni reconfortante. La naturaleza del arte, igualmente, es darle cierta estructura a la vida, por más que sea por momentos difícil de soportar y que uno sepa que todo un día se va a terminar.

¿Tampoco le interesa Dennis Potter?


No, nunca fui un fan. Me parece que esta sobrevalorado. Lo que hace es muy crudo.

¿Cómo eligió la música para el filme? ¿Fue antes, durante o después del montaje?


No sé cómo la elegí, no se de donde viene. Es la música que me gusta y que me parecía apropiada, y que podíamos pagar. Cuando vi las imágenes de la construcción de los nuevos edificios en los '70 recordé la canción cantada por Peggy Lee, "The Folks Who Live on The Hill" y ahí me di cuenta que tenía una película, una historia para contar.

En la película queda claro su desprecio por la monarquía. ¿De dónde viene eso?


Soy antimonárquico porque le sacan el dinero a la gente. Son parásitos y no se puede justificar de ninguna manera su existencia. Los privilegios que tienen dan náuseas y, además, por naturaleza, son antidemocráticos. No sé cómo no nos deshicimos de ellos antes. Estoy totalmente en contra de la monarquía. La coronació de 1953 fue algo tremendo, el dinero que gastaron en medio de un país que tenía los mayores bolsones de pobreza de Europa. Y no hicieron nada. Es gente estúpida, no tiene sentido su existencia, los echaría a las patadas.


RECUADRO

Otra de las escenas que llamarán la atención de los espectadores es una en la que Davies habla de su completo desinterés por los Beatles, acaso los representantes más famosos de su ciudad natal.

"No me gustaban, no me gustan, me parecen tediosos --dice--. No tenían sutileza ni ingenio. Hay gente que me dice que los Beatles cambiaron el mundo. ¿Cambiar el mundo? Tal vez el tuyo, pero el mío, no, eso es seguro. El mío lo cambiaron (Anton) Bruckner y (T.S.) Eliot. No toleraba las canciones de los Beatles. Me acuerdo cuando me pasaron "Sgt. Pepper" me quedé pensando: "¿Cómo alguien puede aguantar esta basura?"

Y no lo hagan hablar de fútbol, otra de las cosas por las que su ciudad natal es conocida. "No me gustan los deportes, me parece la actividad humana con menor sentido. Es aburrido. Que me perdonen, pero para mí el fútbol es casi tan aburrido como el golf. Terriblemente tedioso".


1 comentario:

José Luis dijo...

Un tipo al que no le gustan Los Beatles y el fútbol ? La verdad ya no me interesan sus películas...