7.9.09

Toronto Film Festival 2009 - Preview 2: "Los abrazos rotos", de Pedro Almodóvar


No puedo con Pedro, no puedo, no puedo. Veo una película suya, lo odio, al rato me reconcilio, luego vuelvo a odiarlo, al rato me culpo a mí y creo que no lo entiendo, luego vuelvo a odiarlo, un día le hago una entrevista y me convence, pero lo odio otra vez. Y así... Me gusta, no me gusta, me importa, no me importa. Juro que cada vez pienso menos en Almodóvar y en su cine, no registra en mi lista de intereses principales, así que me puse a ver "Los abrazos rotos" más por una sensación de deber que otra cosa.

Y me gustó, la muy perra. Me gustó bastante. No llega a ser lo mejor de Pedro (guardo recuerdos muy gratos "Atame!", "La flor de mi secreto" y "Hable con ella", aunque no me atrevo a reverlas), pero se ubica en su Top Five, sin dudas. ¿Por qué? ¿Qué hay en ella de nuevo, bueno, sorprendente y genial? Nada, en realidad. Es el mismo Almodóvar de siempre, en este caso en su vertiente más cinéfila, noir, oscura, metiéndose entre géneros y usándose a sí mismo como un género más del que apropiarse.

Pueden chequear por ahí de qué va la película (explicar una trama de Almodóvar es algo muy tedioso de hacer y aburridísimo de leer), yo aquí sólo podré decir que me sedujo su oscuridad, su sequedad, las pocas veces que me sonó el radar del "exceso almodovariano" (hay dos o tres momentos en los que, ay que dolor, pero pasa rápido), su sentido trágico y su costado autorreferencial, pero no ya desde lo estilístico, sino directamente desde lo narrativo.

La ceguera trucha del protagonista (Lluis Homar), las extrañas pelucas (de Ochandiano, de la Pe), el momento Carmen Machi, el paisaje lunar de Lanzarote, esa escultura extraña que recuerda las tramas de sus películas, el cruce de los tiempos, el choque ficción-documental-ficción, las tetas de Penélope, las fotos rotas, el beso robado en la playa gris, el título "Chicas y maletas" y el sentido de pérdida que transmite la película --más allá de la teatral confesión del final-- me hicieron sentir que estaba ante una de las buenas de Pedro. De las buenas de verdad.

Eso. Lo escribí. Probablemente no vuelva a pensar en Almodóvar hasta que tenga que hacerlo... Esto es así.

2 comentarios:

José Luis dijo...

Bueno, interesante tu comentario, muy personal, a mi no me gustó, no me convenció para nada la (supuesta) pasión entre Homar y Penélope, todo muy seco (lo que a vos te gustó), no la creí, si rescato su puesta en escena, como decís, más oscura, (la elección de Lanzarote, con su suelo quemado, muy bien). En fin, a vos te gustó que no buscara emocionarte, yo todavía busco que me emocionen...

Rescato eso sí, las tetas de Kira Miró, más allá de que no son naturales, hacía tiempo que las quería ver bien completas, las de Pe ya las tenemos mas que conocidas.

Peacock dijo...

No digo que no me gusta que me emocionen. Digo que no me gusta que me digan cuando y donde debo emocionarme. Quiero llorar por mi cuenta --llegado el caso-- no porque me pelan una cebolla en la cara...

Abz,
d