14.10.09
DocBsAs/09: Una selección de películas
Un largo repaso por los títulos que van a estar en el DocBsAs a partir de mañana me deja unas cuantas conclusiones, varios filmes increíbles y algunas decepciones. Aclaro, comento las películas que vi, la mayoría a lo largo del fin de semana pasado. Las demás no están porque no las vi: no hay ningún otro motivo.
IRENE, de Alain Cavalier.
No soy un conocedor profundo de la obra de Cavalier, pero esta película me sorprendió por su capacidad para meterse en ese sinuoso camino del diario personal sin jamás sentir ombliguismo ni autocomplacencia. En realidad, es un diario sobre un diario; el recuerdo que el cineasta tiene de un gran amor de su vida que murió, muy joven, a principios de los '70, a partir de las lecturas de los diarios privados de esa época.
El filme es desgarrador y triste, pero por momentos muy gracioso (especialmente en la devoción de Cavalier y en la utilización que hace de la figura de Sophie Marceau), y viéndolo tuve, sí, la sensación de aquello de la "camera stylo" de la vieja frase de Astruc. Como un filme de Agnes Varda, pero menos expansivo y más amargo, Irene es una película atravesada por una figura irrecuperable, un fantasma que la película no devuelve pero que el cineasta logra construir a partir de sus palabras, sus recuerdos y las imágenes que tratan de capturar algo de ella.
INDEPENDENCIA, de Raya Martin.
Si tuviese que elegir otro gran filme para ir a ver en el DOC sería Independencia, de Raya Martin. Aunque no es un documental (bajo ningún punto de vista, hasta lo que se muestra como documental es evidentemente ficticio), me resulta una película mágica, subyugante. Y me imagino que en la pantalla grande (la vi en DVD) luce todavía más. Martin cuenta una historia pequeña, centrada en una familia (una madre, un hijo, luego la que será la mujer de éste y más tarde el hijo de ambos) que se escapa a una especie de selva en medio de una invasión militar. Mi conocimiento de la historia filipina es limitado, pero entiendo que se trata de una invasión norteamericana, de la cual la familia se escapa.
Refugiados en un bosque tupido y lluvioso deberán sobrevivir e ir creando una nueva vida, casi como nobles salvajes. Hay algo de Murnau, de cine hollywoodense de los '20 y los '30 y una tradición cinematográfica filipina que también se me escapa en las imágenes subyugantes creadas por Martin, más en la línea de filmes como Indio nacional que de los experimentos en video como Now Showing o Autohystoria.
Uno podrá discutir qué hace este filme en el DocBsAs, pero me parece que se incluye en un grupo de películas que juegan en los márgenes de la ficción y el documental. Aquí, digamoslo, de documental no hay nada. Cero.
UNA CARTA PARA EL TIO BOONMEE, de Apichatpong Weerasethakul.
Una experiencia pequeña, curiosa y fascinante. Son tres planos similares, filmados desde adentro de una casa, en los que se va describiendo y descubriendo el lugar, tanto adentro como afuera. A la vez que la cámara se desplaza, una voz lee una carta al Tío Boonmee en cuestión. El segundo plano tiene ligeras variantes. Y el tercero también. Sin embargo, esas pequeñas diferencias y el poder acumulativo de la experiencia resultan fascinantes. Confieso: Apichatpong mueve la cámara durante dos minutos y yo me quedo tieso, logra algo que pocos consiguen (tal vez David Lynch), y no sabría explicar porqué. Cuando el tipo, en Syndromes and a Century dedicaba un par de minutos a acercar su cámara a una especie de estructura tubular en un hospital, yo pensaba que era el plano más increíble que había visto en años. ¿Por qué? No tengo la menor idea. Pero vean Una carta... son 18 minutos y valen la pena.
MADAME BUTTERFLY, de Tsai Ming-liang.
Es una lástima (y no lo es) que el filme de Apichatpong vaya en el mismo programa que el de Tsai. Lo es porque esta película no sólo no está a la altura del filme del tailandés, sino porque confirma, en mi opinión, que el director de El río ha perdido un poco el rumbo. Face tenía algunos momentos increíbles, pero era un patchwork sin demasiado sentido, un Grandes Exitos de Tsai. Aquí vuelve a cierto "naturalismo" de sus primeros filmes al mostrar a una mujer recorriendo una terminal de omnibus de Kuala Lumpur intentando volver a su casa, pero sin dinero para pagar el omnibus. Hay una negociación económica por el boleto, otra telefónica con su novio que la dejó plantada allí y un bastante interesante plano que la lleva a lo largo de la atestada terminal, mientras decide cómo volver a su casa. Hasta allí, nada sorprendente ni original, pero al menos rico en imágenes, sonidos y "sense of place". Los últimos diez minutos me superan, pero mejor no se los cuento...
EXIT, de Sharon Lockhart.
Filmes como "Exit" son los que me hacen tener algunas dudas acerca de cuáles son las limitaciones de la idea del cine como contemplación y registro de la experiencia humana. Lockhart es discípula de James Benning, pero a diferencia del director de RR --que suele construir sus filmes a partir de planos de dos o tres minutos, cada uno en un lugar diferente--, lo que hace Lockhart en Exit es una variante de La salida de los obreros de la fábrica de los hermanos Lumiére, sólo que desde el ángulo opuesto. Son cinco planos de poco más de ocho minutos cada uno en los que se ve salir a obreros, de lunes a viernes, desde lo que suponemos (por la vestimenta, las "loncheras", etc.), es una fábrica. Esas espaldas se van yendo, pasan bajo un túnel y vuelven a salir a la luz para perderse en el horizonte.
Las metáforas e ideas con las que quiere trabajar las puedo entender y compartir, pero el asunto me agotó a mediados del "Martes". Tras observar las distintas variantes de luces y sombras, los ritmos de movimientos de los personajes, las combinaciones, las entradas y salidas, los casos específicos y demás detalles de cada plano (todos están tomados desde el mismo lugar), Exit me terminó por cansar y hacer pensar si no se puede caer en cierto facilismo a la hora del registro documental "no intrusivo". Prefiero sentarme por ahí y ver a la gente salir de la fábrica más que verlo en una pantalla.
NOTICIAS DE LA ANTIGUEDAD IDEOLOGICA: MARX - EISENSTEIN - EL CAPITAL, de Alexander Kluge.
De todo y para todos hay en esta versión abreviada de este maxiproyecto de Kluge. En 85 minutos (es lo que dura esta versión), pasa de las entrevistas al documental de investigación, del experimento visual (el muy interesante "estudio de un plano" metido en la película y dirigido por Tom Tykwer), a una suerte de clips musicales-históricos que tienen una fuerza impresionante. La película cambia de registro cada cinco minutos, pero en todos ellos hay elementos más que atendibles. La idea de Kluge es la de analizar porqué fracasó Eisenstein en su idea de llevar a la pantalla El Capital y de allí pasa a hablar de las relaciones entre política económica y poesía, de Brecht, a lecturas casi coreográficas del clásico texto de Marx, entre otros elementos de este patchwork creativo. Tras una fallida entrevista (¿real? ¿falsa?) con un obrero en paro, el final --con la búsqueda de la tumba verdadera de Marx en un cementerio londinense-- le devuelve al filme el interés que parecía haber perdido. Y, de alguna manera, cierra de manera melancólica, los temas que la película fue tratando a lo largo de su metraje.
DEMOLICION, de J.P. Sniadecki.
Durante la primera mitad de este mediometraje centrado en el trabajo de unos obreros que, en una ciudad china, sacan escombros de una demolición, sentí que estaba ante otra versión de algo que ya había hecho, y mejor, Jia Zhang-Ke en Naturaleza muerta y Dong. Pero Sniadecki no conseguía imágenes tan elocuentes y la cámara contemplativa empezaba, nuevamente, a resultarme algo excesiva. Pero de a poco el director --o el camarógrafo-- comienza a interactuar con los obreros, a meterse en sus vidas, ellos hablan con él, se produce una serie de curiosos intercambios y luego vemos cómo la cámara termina produciendo una situación policial cuando el equipo del filme sale de paseo con los obreros por la noche. En ese limitado intercambio entre el delante y detrás de la cámara está lo más interesante del filme: es un choque cultural entre un "norteamericano de Harvard" y un grupo de obreros de la construcción (y skaters) de China. El choque entre ellos, sumado al choque entre el rápido vuelco hacia el capitalismo y cierto poder represivo todavía instalado, es lo más interesante del filme. Eso, y aprender que "hermanita", en chino, es una forma "elegante" de referirse a las prostitutas...
EL DINERO DEL CARBON, de Wang Bing
Si alguien quiere encontrarse de frente con el giro hacia el capitalismo salvaje de los chinos (en una zona que parece cercana a Mongolia) no les hace falta nada más que mirar las brutales transacciones comerciales que son la parte central de este filme dedicado a mostrar el trabajo de vendedores de carbón. Bing mete la cámara en medio de lo que parece una serie de discusiones sobre, literalmente, el precio del carbón. Que si vale 750, que si vale 760, que si es de buena calidad, que si no. Como en una feria, los personajes gritan, discuten, regatean, se pelean. Más allá de que uno se pierda un poco en el frenesí de precios y calidades de carbón, la experiencia es asombrosa por dos motivos. Por un lado, por la capacidad de Wang de meter su cámara en el medio del asunto, observando sin --al parecer-- alterar en nada la situación. Por otro, por su talento para crear a partir de esas discusiones, debates, peleas, imágenes impresionantes de la forma de trabajo en esa región. Además, sólo observarlos regatear es un experimento en el salvajismo del capital...
LOS RESISTENTES, de Alejandro Fernández Mouján.
Entiendo el deseo y hasta la necesidad de dejar testimonio de una época de la resistencia peronista (1955-1965) que tal vez no fue tan analizada y estudiada como la posterior. Y que la intención del filme es más acumulativa que otra cosa. Pero me pareció una película perezosa, con más militancia que ideas, con testimonios que van de lo interesante a lo intrascendente, y que --en su longitud y monotonía-- terminan por agotar. Vale la pena el laburo por una cuestión de registro: podrían ser diez, doce, cientos de horas, y estaría muy bien guardarlo, archivarlo, tenerlo como registro de una experiencia histórica importante. Como película, sin embargo, es menos que la suma de sus partes.
MOSCU, de Eduardo Coutinho
La primera de las dos decepciones que me llevé en este repaso de títulos del DOC. Coutinho intenta ir más allá en la exploración de los límites entre documental y ficción en esta película en la que se muestran los ensayos --hechos especialmente para el filme-- de un grupo teatral de la pieza Tres hermanas, de Chejov. Coutinho y las cámaras aparecen en escena, se plantea la situación, y los ensayos y textos de Chejov van haciéndose en lugares y en formas impensadas. A eso se le mezclan "testimonios" de los actores a cámara --o entre ellos-- contándose experiencias supuestamente personales.
Como en su anterior Juego de escena, Coutinho se mete en el mundo de los actores, de la línea que separa un testimonio real de uno actuado, del estatuto de la verdad y de la mentira en un hecho filmado. Pero lo cierto es que, a la larga, se va convirtiendo en una suerte de making off de un ensayo del texto de Chejov, y el dispositivo pasa a segundo plano. Tal vez eso fue buscado y lo interesante, para Coutinho, era de a poco ir centrando su mirada en la pieza. Pero a mí el asunto allí ya no me interesó tanto... Aclaro, la vi en portugués sin subtítulos, lo cual seguramente complicó mi comprensión de los textos, no tanto de los que dicen los actores "al natural", sino los de la pieza de Chejov.
Igual, una escena imperdible: dos actores casi a oscuras, con apenas unos fósforos encendiéndose y apagándose aquí y allá, ambos canturreando una canción de Roberto Carlos...
LA TIERRA DE LA LOCURA, de Luc Moullet.
Es simpático Moullet. Encantador, curioso, un poco pirado. Uno de esos tíos medio "chapita" que nos podemos cruzar en alguna reunión familiar anual. Y la idea de su película es simpática también: Moullet se reconoce un poco "loco" y dice que en la zona en la que él nació (un pentágono rural del sur de Francia) hay una historia de locura que se extiende por generaciones. Tras averiguar (muy poco) las razones de ese hecho (¿la nube de Chernobyl para casos que vienen pasando hace más de medio siglo?), pasa a relatar decenas de casos de personas que cometieron crímenes en estados mentales no del todo sanos, todos mediante entrevistas.
El problema es que dos o tres casos pueden ser curiosos, pero Moullet sigue y sigue entrevistando a más personas que cuentan más y más anécdotas, hasta que todas terminan pareciéndose entre sí. En los pocos momentos en los que sale de esa rutina (uno en especial cuando cuenta un caso de su propia familia), la película crece. Pero enseguida vuelve a agregar más y más episodios de inusitada locura criminal en aparentemente apacibles pueblitos franceses. El final, sin embargo, es notable, y casi que tira por la borda toda la teoría. Pero no voy a anticiparlo aquí porque les arruinaría lo mejor de la película.
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2 comentarios:
por lo que decís este Doc Bs As tiene muy poco de Doc no?
otra cosa. estas joyas del cine las van a dar en su formato original? o en DVD como viene siendo costumbre en la Lugones?
Hoy "Irene" la dieron en 35mm. Y ayer vi la extraordinaria "Independencia", que no se bien en que formato la proyectaron, creo que era un beta digital. Pero la calidad de imagen era excelente.
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