8.10.09
Diario de Río de Janeiro - Parte 1
Cinco días en un festival de cine son difíciles de resumir, pero trataré de hacerlo lo más breve posible ya que esta edición del Festival de Río fue muy poco cinematográfica para mí. Alcancé a ver tres películas en salas y un par más en video, lo cual es un promedio patético para mis hábitos. Y si bien reconozco que, tras atragantarme con más de 40 películas en Toronto, no viajé a Río con esa misma intención, los resultados "cinematográficos" fueron muy pocos.
La ciudad, en cambio, estuvo maravillosa, para no obviar el lugar común. Pero para llegar a entender lo curioso que fue todo hace falta contar una larga serie de circunstancias que llevaron a que, luego de dos días de intentar sin suerte ver alguna película, haya terminado por optar por el turismo... y alguna peli aquí y allá.
Llegué a Río unas pocas horas después del anuncio de que la ciudad había sido seleccionada como sede de los Juegos Olímpicos de 2016. La conductora de la combi que me llevaba al hotel en Copacabana me hablaba de la celebración que había tenido lugar unas horas atrás (el anuncio fue a eso de las 2pm, yo habré llegado a las 6pm) y que temía un caos de tránsito. Pero no fue así. Se ve que un rato después de los festejos en la playa, cada uno siguió haciendo lo suyo, y al caer la noche sobre la playa se veía todo bastante tranquilo.
Y tampoco la gente parecía obsesionada por el tema: son esos momentos en los que uno siente que el fervor mediático supera el real. En la tele, no se hablaba de otra cosa. Pero al menos la gente con la que hablé, no parecía demasiado pendiente del asunto. Asi es la gente de cine...
Esas primeras horas sirvieron sólo para acomodarme e ir a una cena del festival. Si algo suele caracterizar a Río es ser un festival muy hospitalario con los huéspedes. Te tratan bien, te invitan a cenas, almuerzos, eventos, te ayudan a organizar un tour (o directamente te lo organizan), te ponen micros a disposición y siempre son atentos y amables. En una ciudad como Río, plagada de atracciones turísticas, es más que apreciable la ayuda y la buena onda.
Ahora bien: que los invitados vean películas no parece ser una preocupación muy grande del festival. Acaso suponen que todos los que van a Río quieren ir solamente a la playa o visitar el Corcovado, pero lo cierto es que ver una película es más complicado que ir a bailar samba a una favela. Y que, después de cierto esfuerzo, uno termina rindiéndose a la lógica del festival: pasear, comer, beber, pasarlo bien y si se puede ver alguna película, mejor. Sino, como diría el tipo de la publicidad de la AFIP, "tudo bem, tudo legal".
La decisión de abandonarme a esa lógica empezó a la media tarde del sábado, y para el final de ese día, ya había decidido que no había mejor opción. Intentar ir al cine era casi como ir contra la corriente. Una quimera. Les resumo lo que yo considero el episodio más "Larry David" (o "Seinfeld") de mis últimos años. En el momento fue bastante fastidioso, pero ahora me causa gracia. De hecho, ya para el final del día, me reía de la cadena de eventos desafortunados.
Al mediodía del sábado el festival organiza una feijoada increíble en un hotel céntrico. Ya había decidido irme antes para ver, a las 17, "Humpday". Así que salí casi una hora antes camino al subte, que resultó ser un poco más lejos que lo planeado. Al llegar, más de 20 personas hacían fila para entrar y había una sola persona atendiendo a todos. Ergo: taxi. El taxi, claro, dio tremenda vuelta, y con el tráfico llegué al cine de Botafogo diez minutos antes de la película. Al llegar ahí me dicen que los acreditados sólo pueden sacar entradas para el día siguiente, que tienen que tener encima documentos de identidad (porque habían robado credenciales, que son sin foto) y que, ya que estamos, esa película estaba agotada igual.
Tras recuperar el aire y contener la irritación (pensaba a las 21 ver "Jaffa" y tampoco iba a poder), me senté a programar los próximos días, para lo que fue necesario convencer a los chicos de darme entradas --aún sin mi pasaporte-- bajo la promesa de traerlo al entrar al cine. Ahora bien: ¿cómo buscar entradas en un festival que no tiene grilla de programación? No tiene. El programa sólo tiene los títulos con una descripción, en orden alfabético en portugués y sin índice, y cada película tiene las fechas en las que se proyecta. Pero ninguna grilla horaria o esas que vienen con bloques horarios. Nada. Parece que había una --que salió con un diario-- y se agotó. Oficialmente no había.
Por suerte, uno tiende a ser previsor y había impreso las grillas que sí estaban en el website del festival (aunque en ningún lado decía la fecha de cada día, por lo que había que cuidarse de no mezclar papeles). Así que me senté y me puse a elegir películas. Unas cuatro, a las que iba a sumar las premieres brasileñas en el Odeon, teatro para el que se piden entradas en el hotel. Tenía que tener en cuenta no sacar entradas para el domingo, ya que los organizadores de prensa habían armado una visita a una favela en la que se exhiben películas del festival, por lo que armé un programita sencillo que incluía ver el lunes THE WHITE RIBBON, de Michael Haneke; (500) DAYS OF SUMMER y alguna más que ahora no recuerdo. Sólo tenía hasta el martes.
Pero al pedir las entradas me encuentro con que uno de los cines para el que tenía pedidas dos era el Roxy, de Copacabana, y para ese no hay entradas para los acreditados. ¡¡Y justo es el cine que está más cerca del hotel!! Es decir: dos películas anuladas. ¿Por qué no comprarlas, preguntarán? Si ustedes piensan que voy a pagar 14 reales (30 pesos) para ver (500) DAYS OF SUMMER, que seguramente estará en cartel en un par de meses, están muy equivocados. Lo habría hecho, pero si mis horarios hubieran coincidido, digamos, con la de Alain Resnais o alguna así... Ergo: la única entrada retirada fue para la película de Haneke.
¿Entonces? ¿Por qué no pagar por "Jaffa", que puede no estrenarse ni pasar por festivales argentos? Allí fui y ¿qué sucedió? ¡Agotada también! Ya el fastidio empezaba a convertirse en sitcom... pero falta mucho todavía. Allí decidí ir a ver la premiere brasileña al Odeon, pero no me daba para volverme hasta el hotel a pedir entradas y decidí tomar el metro y averiguar directamente en el cine. No eran todavía las 7 pm.
Al llegar a la zona del Odeón --muy bonita, por cierto--, un chico del staff me dice que podré entrar con la credencial luego de que pasen todos los que tienen entradas, pero que no habrá problemas. Con esa tranquilidad, me senté a tomar algo en uno de los tradicionales bares cercanos al cine. Una hora antes de la función de la película (una coproducción brasileña y argentina en la que actúa Luz Cipriota y que se llama "Las historias de amor duran 90 minutos") me di cuenta que había una cantidad de gente impresionante. Pero decidí esperar. Y dejar entrar más y más gente. En un punto empecé a sospechar que la cosa podía complicarse, me topé con Liliana Mazure, la presidenta del INCAA, que estaba allí, y le pregunté si me podía gestionar una entrada. Ella hizo el esfuerzo, habló con la productora y se topó con un rotundo NO. Si ni la presidenta del INCAA puede conseguirme una entrada, pensé, estoy fregado...
Dicho y hecho: tras esperar más de una hora y al entrar el último espectador, me cerraron la puerta en la cara. Ante mi queja me mostraron, con cordialidad, que había gente sentada en los pasillos y que era imposible. Tratar de dar más explicaciones en portugués me superaba y me fui, habiendo perdido tres proyecciones (más otras dos que no pude sacar) y unas cinco horas de tiempo.
Fue allí que decidí bajar la guardia, relajarme y disfrutar de la ciudad y de la cordialidad del festival para todo lo que no tenga que ver con ver películas. El cine lo podré ver en otro lado.
En la Parte 2: qué pasó con la visita a la favela, las sorpresas de WHITE RIBBON y unas cervezas en el Bar de Gomes, en Santa Teresa.
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4 comentarios:
Pensé que cerrabas el blog...
ahora haces turismo de favelas!? meu deus
Hola Diego, tengo que reconocer que te extrañaba, uno se acostumbra a entrar cada rato y ver algun comentario nuevo, pero nada por un montón de días... es que uno se va poniendo viejo y choto. Bueno, me interesa saber que tal la peli de Haneke en tanto y en cuanto competidora de Campanella. Bienvenido !!!!
Pará, pará, que todavía no llegué al tema del favela tour... posiblemente el turismo más repulsivo que conozco. Pero...
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