"Fuera de lugar: recuerdos de Edward Said", de Makoto Satô
Del jueves 4 al domingo 14.
“Los documentales son espejos que reflejan el mundo críticamente. No son herramientas para cambios sociales o armas para discursos políticos, sino más bien una ‘crítica mediante la expresión visual’, un acto de observar persistentemente el mundo con un ojo desapasionado. Esta es mi modesta regla general como documentalista. Y así su naturaleza crítica corresponde agudamente al hecho de que no hay ‘verdad’ y que la realidad ya incluye a la ficción. Incluso si un fragmento inocente de realidad es reflejado en la película, el hecho de recomponer esa realidad transforma a la película en una ficción. Pienso que la naturaleza crítica del cine documental depende de la manera en que la ficción reconstruida presenta a la realidad a través de una luz crítica.”
Makoto Satô
El documentalista japonés Makoto Satô murió el año pasado, a los 49 años, dejando más de una docena de obras documentales en las que abordó con sesgo filosófico distintos temas que podrían ser considerados uno solo: el hombre y sus circunstancias. Su cámara testimonió el Japón moderno, sus fundamentos y sus grietas. Vivió los límites de la intimidad, los atravesó y desplegó ante nosotros un universo: la vida social japonesa. Documentó, también, la belleza y el dolor de algunas experiencias con que el hombre da sentido al mundo. Se trata de indagaciones profundas y poéticas, de las que no se emerge con certezas sino con nuevos interrogantes, pero el proceso de esas interrogaciones dio lugar a varios de los mejores documentales de las últimas dos décadas.
Curaduría y textos a cargo de Pablo Mazzola
Viviendo en el río Agano (Agano ni ikiru, Japón-1992) Largometraje documental. 115’.
El río Agano es uno de los más extensos de Japón. Sus aguas dan vueltas a lo largo de una ladera montañosa y forman una de las cataratas más elevadas del mundo. Gracias a su abundante cantidad de agua y a su caudal continuo durante todo el año, el Agano tiene un papel protagónico al comparárselo con otros ríos japoneses. Pese a todo esto, sus aguas fueron contaminadas con mercurio, arrojado en su lecho por la compañía eléctrica Showa. Junto a un equipo de siete personas, Satô vivió en las montañas cercanas al río durante cuatro años para registrar imágenes y testimonios de esa contaminación. El resultado es una de las obras maestras del cine documental japonés, en donde la agudeza de la observación se funde con la denuncia de uno de los principales brotes de la enfermedad Minamata, síndrome permanente que acabó con la vida de la mayoría de los campesinos del Agano y, a la larga, con la del propio Satô.
Artistas en el País de las Maravillas (Mahiru no hoshi, Japón-1998) Largometraje documental. 93’.
Película manifiesto de todas las ideas sobre el arte en general y el cine de Satô en particular. Es un retrato de siete artistas, una introducción a sus procesos creativos. Pero no se trata de cualquier grupo de artistas. Si algo caracteriza a la obra del documentalista japonés es la búsqueda de visiones que trasciendan la idea de lo normal o lo establecido, que cuestionen el concepto oficial de lo que debe ser la creación. Y ésta es también una película sobre siete personas discapacitadas mentales que, en paralelo a sus luchas cotidianas, abordan la práctica artística desde lugares atípicos, tan irracionales como provocadores. Situado siempre a un costado, evitando invadir los espacios que atraviesa con su cámara, Satô logra componer un fresco intimista no carente de una dimensión política, en la que su ojo marginal cuestiona y abraza a su objeto en una misma pincelada rabiosa de realidad cinematográfica.
Uno y los otros (Self and Others, Japón-2000) Mediometraje documental. 53’.
Un retrato, un homenaje, un recuerdo. Un fotógrafo, un sobreviviente, un amigo. Gocho Shigeo, Makoto Satô y Self and Others, título de un libro fotográfico editado por el primero, muerto a los 36 años luego de una vida frágil, y del documental filmado por el segundo en su memoria. Y la luz como testigo de todos y todo aquello en el medio: sus vidas, sus papeles, sus artes, los ojos detrás de sus cámaras. Lo que parece trivial se revela, pasados unos minutos, como un entramado hipnóticamente consciente e imposible de anticipar, en el cual lo visto y oído no necesariamente sorprenden sino que responden a otro orden de cosas y emociones cinemáticas, tal vez anónimas todavía hoy. Observar el pasado desde el presente y el presente desde el pasado: ésa parece ser la aproximación documental que pensó y practicó Satô, desde sus comienzos hasta su propia muerte.
Hanako (Japón, 2001) Largometraje documental. 60’.
Hanako es una mujer autista de veintidós años que vive en Yamazaki, Kyoto. Una vez por semana va a una clase de pintura, donde crea cuadros de colores explosivos y formas imposibles. En su casa, bajo la supervisión algo errática de sus padres, su creación continúa libremente, despojada de las ataduras de las convenciones. Allí, Hanako realiza “arte comestible” desparramando las sobras de la cena sobre el piso de su cuarto. Cuando se aburre de agrupar granos de arroz y apilar espinas de pescado, se acuesta y su madre le saca una foto a la composición del día, limpia y apaga la luz. Hanako no sabe que esa serie de fotografías se exhibe alrededor del país, inspirando a la gente que las observa, desde médicos hasta artistas profesionales. Sin perder nunca de vista a su protagonista, Satô compone un retrato en donde lo visto y lo intuido van de la mano, sin jerarquías: observando y explicando, explicando y observando, todo al mismo tiempo.
Recuerdos de Agano (Agano kioku, Japón-2004) Mediometraje documental. 55’.
En 1992, Makoto Satô estrenó su obra maestra Viviendo en el río Agano, documental que examinaba de cerca el impacto de la enfermedad de Minamata en una comunidad rural en las montañas de Niigata. Era el resultado de haber vivido varios años junto a los campesinos en ese territorio. Diez años más tarde, el cineasta y su camarógrafo regresaron a Niigata a reestablecer sus vínculos con los habitantes, al menos con aquellos que seguían vivos. Y resultado de esto fue Recuerdos de Agano. Como ambos títulos indican, mientras el primero hacía foco sobre el presente de la experiencia –no hay que olvidar que aquel era, después de todo, un film de denuncia–, esta continuación gira en torno a la sensación retrospectiva de atravesar los recuerdos, de recorrerlos para corroborar cómo coinciden y cómo difieren. De fluctuaciones y emociones fuertes: de eso tratan estas memorias.
Fuera de lugar: recuerdos de Edward Said (Out of Place: Memories of Edward Said, Japón-2005) Largometraje documental. 137’.
¿Cómo abordar la figura de uno de los más destacados intelectuales del siglo veinte? Edward Said definió su vida como una serie de constantes partidas y llegadas. Makoto Satô reconstruye sus itinerarios visitando los lugares que transitó en el Medio Oriente. Aunque recurre a entrevistas a numerosos familiares y amigos de este militante por la causa palestina, Fuera de lugar no es un documental tradicional: no abundan las “cabezas parlantes” ni los datos biográficos. Más que un encuentro con la figura pública, Satô propone una búsqueda inacabada. Lo que parecen algunas caprichosas digresiones, no son más que reflexiones sobre el complejo tema de la identidad, una de las mayores preocupaciones de Said. La ausencia de registros audiovisuales del académico no se debe a su inexistencia, sino a una decisión del realizador de estructurar el relato en torno a una ausencia. En cambio, su figura aparece bajo la forma de una voz en off que lee fragmentos de sus libros.
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