17.10.08

Estrenos, estrenos, estrenos...


No estoy en Buenos Aires desde hace ya casi veinte días y observo, desde lejos, los vaivenes de los estrenos cinematográficos. Curiosidades de la distribución hacen que veamos casi al mismo tiempo la película que ganó el Festival de Venecia 2006 ("Still Life", de Jia Zhang-ke) y la que abrió esa misma Mostra dos años después, "Burn After Reading", de los hermanos Coen.

La película de Jia la vi ya hace tiempo --en el Festival de Toronto de ese mismo año, agregada a la programación a último momento y en una función muy concurrida y retrasada-- y después la volvi a ver, creo, en el BAFICI, 2007. La de los Coen la vi en otro día en una sala comercial (en Europa se estrenó hace unas semanas).

Se trata, obviamente, de dos títulos radicalmente diferentes, de esos que te hacen pensar si hay alguna lógica en la programación de un festival. Digamos que la de los Coen es una película programada para la alfombra roja más que para otra cosa, porque son casi los polos opuestos de la concepción del cine.

Allí donde Jia elige la contemplación de una serie de vidas --y comunidades-- quebradas, al borde de la extinción, con la distancia, el respeto y la serenidad que las circunstancias invocan, los Coen se despachan con su película más desprolija y deshilachada de su carrera, un pasatiempo muy menor que sería simpático si lo hubieran hecho con intención de divertirse y no de burlarse, de compartir un buen rato y no de pasarlo a costa de una serie de tipos miserables a los que uno no puede tolerar ver más de cinco minutos.



Se ha hablado mucho de la "misantropía" de los Coen. Y si bien es un ángulo que estuvo siempre presente en su cine, nunca lo noté tan desatado como en "Burn After Reading" ("Forget After Watching" podría llamarse), una película que no sólo presenta una serie de personajes desagradables sino que los abandona a mitad de camino, los destroza a balazos, los deja olvidados en algún aeropuerto, los fulmina con miserabilidades de ocasión.

"Fargo", "Barton Fink" o "The Big Lebowski" tenían un costado burlón, socarrón, de sátira despiadada. Pero siempre había en ellos al menos un personaje central que trataba de darle sentido a los extraños sucesos, de conectar (no emocionalmente, esa es una palabra que los Coen desprecian, pero sí a través de cierta identificación con sus penurias) con el espectador. Acá no hay nada. Hay una serie de celebridades creyendo que son la mar de graciosas cuando lo único que dan es pena.

Imagino que, "cool" como creen ser, hicieron "Burn After Reading" sin mucho esfuerzo, sólo para jugar con las expectativas de los que esperaban otra cosa de ellos tras el Oscar por "No Country For Old Men". Los Coen creen que eso es un gesto genial, tal y como lo hacen en sus entrevistas, que no suelen exceder los monosílabos y en las que te miran como si fueras un verdadero imbécil (especialmente Joel).

La película es impresentable y no sólo por su misantropía desatada. Es un filme hecho sin interés, sin ganas, sin cine, sin trabajo, sin gracia. Y tiene el mismo extraño desvío narrativo que dividía aguas en su anterior filme. Aquí, como allá, te hacen seguir a un personaje en sus desventuras cotidianas y luego se lo olvidan, o lo liquidan, como si nada, a mitad de la película. En la otra película eso daba lugar a una serie de discutibles reflexiones filosóficas sobre "todo tiempo pasado fue mejor". Acá da lugar a un par de chistes malos entre agentes de la CIA, o del FBI, que intentan provocar risa y sólo dan lástima.

3 comentarios:

Luciano dijo...

Los mataste...
Igual se lo merecen.

Anónimo dijo...

a mí me encantó la película. Si vas a decir que es una mierda, tendrías que esforzarte por justificarlo mejor. No sos crítico de cine vos? Flaco, ponete a leer.

Ug.

Peacock dijo...

A leer qué, perdón?