30.11.08

Ulises Dumont (1937-2008)


Es raro, a veces, lo que sucede con los actores y el tiempo. A tipos como Ulises Dumont uno se ha acostumbrado a verlo en tantas pero tantas películas que, de a poco, aquellos filmes que lo convirtieron en uno de los grandes del cine argentino parecen quedar atrás, tapados en la memoria inmediata por una gran cantidad de películas (muchas de ellas mediocres, en su mayoría olvidables) que hizo en la última década o más.

Sucede tanto con Dumont como con Michael Caine, Gene Hackman (pregunta: ¿qué es de la vida de Hackman que hace tanto que no filma?) y hasta con el mismísimo Robert De Niro. La costumbre --mutua-- hace que aquello que admirábamos en un principio se convierta en tic, tic que los actores no logran evitar bien por la costumbre o bien porque saben (suponen) que es eso lo que la gente espera de ellos.

Que el tiempo y la costumbre (y la necesidad de trabajar y ganarse la vida) haya hecho que la última parte de la filmografía de Dumont sea bastante olvidable no debería opacar sus logros como actor, que en su momento --al menos para quien esto escribe-- fueron cercanos a lo revolucionario, al menos en el cine nacional.

Si bien Ulises Dumont nunca fue rescatado por el Nuevo Cine Argentino (NCA), a mí siempre me dio la impresión que su "decir", su manera de expresarse y su gestualidad en la pantalla --especialmente en los primeros filmes de Adolfo Aristarain, "La parte del león", "Tiempo de revancha" y "Ultimos días de la víctima"-- fueron de alguna manera predecesores de esa búsqueda de naturalismo a ultranza que fue parte importante de los primeros títulos del NCA.

Los personajes de Dumont siempre se expresaban como si lo que decían se les había ocurrido en el momento, entre interjecciones, puteadas e idas y vueltas con las palabras, como habla cualquiera de nosotros. No sé bien si parecía improvisación o si era improvisación, aunque conociendo la meticulosidad con los guiones que tiene Aristarain, me imagino que el hombre no dejaba mucho librado al azar.

Imagino que, con los años, Dumont fue cada vez más utilizando ese recurso como una marca de estilo, improvisación o no. Y, a la vez, la aparición de una nueva camada de actores hizo parecer que su "naturalidad" desplegada en los filmes de los años '80 no fuera otra cosa que un buen manejo de sus dotes actorales. Pero estoy convencido que, directa o indirectamente, la forma de actuar de Ulises Dumont influenció a una buena cantidad de actores argentinos, aún más diría que Federico Luppi, a quién siempre se lo ubicó en una suerte de pedestal y se lo trató de "Señor Actor".

En muchas películas, Dumont fue el Sancho Panza del Don Quijote de Luppi. Un poco "comic relief", un poco ladero impredecible, un poco... Sancho. En aquellos roles (o en las películas de Eduardo Calcagno como "Los enemigos", "El censor" y "Yepeto"), Dumont dejaba entrever algo humano, falible, ambiguo. Sus personajes podían ser sinuosos e inmorales, queribles o intragables, pero el tipo siempre les ponía el cuerpo y jamás los juzgaba ni los actuaba con condescendencia.

En la última década, cuando tuvo un buen director adelante, un buen personaje y una buena historia ("Yepeto", "El mismo amor, la misma lluvia", "Cerca de la frontera"), Ulises seguía demostrando porqué era uno de los grandes actores del cine argentino. Y aún en películas flojas siempre encontraba un momento para entregar un gesto impredecible, clásicamente suyo, inimitable.

Es raro lo que el tiempo hace con nuestros recuerdos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tuve oportunidad de conocerlo cuando vino a filmar Yo la recuerdo ahora, que creo debe ser su última película estrenada, muy buen tipo, un poco como aceptando todos los trabajos que llegaran sin preguntarse mucho...se había convertido en un laburador del cine. Una película que en el trancurso de 15 días se llevo al director, Nestor Lescovich y a su actor principal, me asusta pensar que tiene música de Leonardo Favio, bah, el tendría que estar asustado...